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Guardé esta foto desde principios de abril, o sea hace más de 15 días que un buen amigo y excompañero de trabajo en el área de la Dirección de Comunicación Social del ISSSTE compartió en su muro de Facebook.

Un hombre, parte del personal médico del ISSSTE luce exhausto, casi como si estuviera pidiendo algún tipo de ayuda celestial al mirar hacia el cielo.

Historias que se cuentan solas - 91985859-10222189393469021-3821991190828417024-o-1

Está recargado en las ambulancias de traslado, porque no tiene dónde más hacerlo, no tiene con quién aligerar el peso del cansancio de su espalda o de las piernas por estar tanto tiempo de pie, por no descansar, por el estrés de preocuparse si podrá, si se contagiará, si podrá ir a ver a su familia o si su capacidad como médico será suficiente para apoyar a la gente que llega a pedir ayuda por no poder respirar.

Hay imágenes que nos transmiten un arsenal de mensajes y emociones, esta es un ejemplo claro de ello.

Era apenas 3 de abril, y el agobio era visible. El desasosiego de quien le tocó ser protagonista de una crisis de salud en su país, de sumarse al grupo de médicos que trabajan y afrontan una realidad que quizá solo ellos la pueden ver.

Quienes hemos decidido seguir el protocolo de emergencia y quedarnos en casa, lo vemos lejano, lo imaginamos, lo vamos escribiendo en una historia que se va contando con lo que nos dicen nuestros padres al teléfono porque el amigo del amigo, se ha contagiado o porque en las redes sociales, nos enteramos de otros casos que no han tenido mejor suerte.

Las fotografías que queden de este tiempo, serán parte de un documento histórico de la humanidad. Los fotógrafos que salen a capturar el aislamiento de las calles o la insensatez de quienes creen que todo esto es una mentira, están creando un archivo valioso.

Aquellos que siendo fotoperiodistas o no, saben que salir a hacer foto a las calles o hasta donde las autoridades se los permita, no es un acto de ego o de diversión, sino de reconocer que esta pandemia ha cambiado la realidad de cientos de miles de personas y la normalidad de una sociedad que se creía poderosa e intocable.

Quien fotografió a este enfermero o médico, lo captó todo. No solo a un hombre cansado y asustado, sino a una nación que se muestra fuerte pero con un pánico interno.

Las y los doctores, las y los enfermeros y quienes laboran en los distintos hospitales se la juegan todos los días. Los catalogan como primera o segunda línea de quienes trabajan cerca de los más afectados por el Covid-19, igual que los frentes de los soldados que pelean en la guerra.

Así, en su fortaleza también son seres humanos que sienten el cansancio hasta los huesos y que una bocanada de aire es un tremendo impulso para integrarse al batallón de salud contra un virus que nos ha cambiado todo., y quienes los están fotografiando aún y así sea con celulares, están contribuyendo a empoderar la imagen como un documento histórico, con un montón de historias que por sí mismas, se cuentan solas.