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El mismo día en que Joaquín Guzmán Loera fue hallado culpable corrió la versión de que “al policía federal que lo atrapó” se le retira la explicable protección que se le ha dado, pero lo que ocurrirá el 28 de febrero es que concluyen las agregadurías de la PF en Washington, Guatemala, Bogotá y Madrid, sin que algún involucrado en la captura corra peligro.

Fue una nota mal reporteada la que generó ayer mi estupefacción (página web de Excélsior poco antes de las dos de la tarde), basada en que la instrucción fue girada por el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, y el comisionado general de la Policía Federal, Arturo Jiménez Martínez, quienes a través de la comisaria Luz María García Rivas, directora de Asuntos Policiales Internacionales, solicitaron que a la brevedad posible le sean retirados los pasaportes diplomáticos a los elementos y sus familias. El oficio con fecha del pasado 7 de febrero está dirigido a Moisés Poblanno Silva, director general del Servicio Exterior y de Recursos Humanos de la Cancillería.

Quien ha estado en Washington es el ex coordinador estatal de la PF en Sinaloa. Él hizo que el hombre más buscado del mundo (después de muerto Bin Laden) fuera debidamente asegurado, tanto por sus efectivos como por los militares de la Marina y el Ejército.

La nota referida recuerda que el 8 de enero de 2016, Joaquín Guzmán Loera fue capturado por tercera vez, después de huir por una alcantarilla de un operativo de la Marina, y despojar a un ciudadano de su vehículo sobre la carretera Los Mochis-Navojoa, donde fue detenido al darse a conocer por la frecuencia de la Policía Federal el reporte sobre el robo del vehículo.

En realidad, el Chapo y uno de sus escoltas escaparon por el drenaje cuando los marinos irrumpieron en su última madriguera y, ya en la calle, despojaron a un automovilista de su Jetta blanco, al que a poco de rodar… se le agotó la gasolina. Robaron entonces un Focus Rojo, cuya doblemente sorprendida pasajera reportó al C-4 que dos individuos “en ropa interior” acababan de asaltarla.

Tal llamada y la coordinación institucional alertó a dos patrulleros de caminos de la PF que se avisparon, detectaron y detuvieron el vehículo.

Guzmán les ofreció montarles unas empresas, darles dinero “aquí mismo” y arreglarles la vida toda si lo escoltaban adonde les dijera, pero esos valerosos y honorables policías atajaron: “Ya informamos que lo tenemos detenido”. Y ante la certeza de que otros de la banda se habían movilizado para intentar el rescate de su jefe, el coordinador estatal, en comunicación minuto a minuto con la Marina y el Ejército, resolvió que sus hombres con los capturados se refugiaran en un motel a la espera de los refuerzos.

Lo demás es lo de menos, y la codiciada presa de dos dignos servidores públicos purgará en la cárcel una cadena perpetua… cuando menos.