Pocos momentos pues en la historia reciente con la complejidad de estas últimas horas que vivimos en este país
Certeza, garantías básicas para tomar decisiones, claridad hacia el futuro, eso es lo que no hemos tenido durante los últimos días y en especial durante las últimas horas tanto en el panorama nacional como internacional.
La mañana de este miércoles puede tener cualquier cantidad de combinaciones de hechos políticos relevantes que hacen complejo tener alguna certeza para asumir decisiones relevantes.
Por alguna razón nos permitimos como país llegar al martes 5 de noviembre del 2024 con la incertidumbre interna de poder entrar de lleno en una crisis constitucional ante un eventual desacato y la elección de Estados Unidos con el posible regreso de Donald Trump a la presidencia.
Por supuesto que estaba en el calendario de las fechas importantes la elección presidencial de Estados Unidos, lo que no estaba presupuestado era llegar hasta este punto con tantas amenazas derivadas de ocurrencias autoritarias.
Si en México llegamos hasta esa instancia de tener al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación definiendo la inconstitucionalidad de una reforma como la del propio Poder Judicial, fue porque todo partió de la ocurrencia de una sola persona.
De eso y de más fue capaz Andrés Manuel López Obrador, de quien sólo su poder político era, o es, del mismo tamaño descomunal que su rencor y eso es lo que llevó hasta este punto de crisis a la vida institucional de México.
Mientras que en Estados Unidos el desprecio de Donald Trump a lo no estadounidense, con esa certeza que tiene de omnipotencia, lo hizo espetar sus amenazas arancelarias y persecutoras de migrantes.
En este escenario incierto hemos tenido que transitar en este cierre de año y en esas complicaciones hay que tomar decisiones, desde las personales hasta las nacionales.
Una de las más preocupantes para el país tiene que ver con la presentación del Paquete Económico la próxima semana, cuando los movimientos financieros de las últimas horas hacen difícil estimar con alguna precisión los criterios generales de política económica sobre los que se podrá trabajar en el 2025.
No hay duda de que cualquier cosa que mande el gobierno federal podrá ser aprobada con los ojos cerrados por la sumisa mayoría oficialista, la interrogante es si se podrán cumplir las estimaciones.
No es posible tener una expectativa creíble de crecimiento económico si las circunstancias políticas de México y Estados Unidos acaban por alejar las inversiones.
Un cálculo inflacionario puede resultar fallido si una degradación crediticia provoca un repentino aumento de las tasas de interés y movimientos especulativos en diferentes mercados.
¿Qué certeza puede haber en las estimaciones de creación de empleos si penden amenazas de aplicar fuertes aranceles a las exportaciones mexicanas?
Es un punto ciego, que podrá aclararse con el paso de las horas, con los resultados y las reacciones, con las expectativas de que todo puede ir mejor o peor respecto a ese momento en donde se combinó la incertidumbre jurídica del país y la indecisión electoral estadounidense.
Pocos momentos pues en la historia reciente con la complejidad de estas últimas horas que vivimos en este país.