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El reto para el 2020 es doble: superar los números rojos y comenzar a adaptarse a un nuevo paradigma. La adaptación obliga a todos, pero especialmente a las empresas y al gobierno. Una pregunta está en el aire:¿habrá plan de relanzamiento de la industria automotriz?

El 2019 fue el último año en el que el sector automotriz trabajó con las reglas del TLCAN. Del 2020 en adelante, estará regido por el T-MEC. ¿Podrá repetirse el éxito que convirtió a México en uno de los cinco mayores exportadores de vehículos del mundo, con las nuevas reglas y en un nuevo contexto comercial más proteccionista?

El escepticismo predomina entre los expertos. El 2019 fue un mal año para la industria, pero hay que entenderlo también como algo que podría ser un punto y aparte. Guido Vildoso, el experto de IHS Markit, anticipa un lustro de poco crecimiento, caracterizado por la adaptación a la transformación que está viviendo la industria a escala global.

No será fácil: “Si una crítica puede hacerse a la negociación del T-MEC es que, en el sector automotriz, México traía más el mapa de los últimos 10 años que el de la próxima década”, dice Ernesto Cervera, uno de los más lúcidos analistas económicos de México. Los negociadores mexicanos lograron resistir las presiones de los estadounidenses para conservar las plantas que ahora están en México, dedicadas a producir vehículos que funcionan con gasolina, pero debieron aceptar condiciones que quitan competitividad a México para atraer nuevas inversiones. Los próximos años traerán un crecimiento significativo de la demanda por automóviles eléctricos e híbridos; además de cambios profundos en la forma de resolver los retos de la movilidad: bicicletas, transporte público, carsharing, entre otros.

El futuro del sector automotriz importa porque se trata del caso de éxito más claro para México, en el contexto de la integración económica relacionada con el TLC de América del Norte: alrededor de 900,000 empleos directos y exportaciones de 12,000 millones de dólares mensuales, si agregamos vehículos terminados y autopartes. ¿Qué hacer para mantener esto y llevarla a otro nivel? A la Secretaría de Economía le corresponde definir las acciones que se tomarán para cumplir con los compromisos que establece el T-MEC para la industria automotriz, entre ellos el incremento del contenido regional, de 62.5 a 75%, y la forma en la que se logrará incorporar 70% de aluminio y 70% de acero hecho en América del Norte. Está, además, el cumplimiento de las normas ambientales y laborales, que subirán los estándares de protección a los trabajadores y al medio ambiente, respecto al TLCAN, pero que tendrán un impacto claro de limitar el acceso de la producción mexicana al mercado de Estados Unidos, según un trabajo sobre el T-MEC hecho por el Peterson Institute for International Economics.

Tenemos un acuerdo comercial y eso es mucho mejor que seguir en la incertidumbre asociada al riesgo de perderlo todo en un tuit, pero no es suficiente para generar un estallido de optimismo. Una de las razones: las cifras del sector automotriz en el 2019 son equivalentes a un tablero lleno de focos rojos. Las exportaciones cayeron por primera vez desde la crisis del 2009. Estados Unidos mantuvo cifras positivas, pero Canadá y Alemania, que son el segundo y tercer mercado más relevantes, tuvieron bajas de 12 y 8%, respectivamente. En el caso de la producción, se acumulan dos años con crecimiento negativo. En términos de ciclo económico, el problema es que la primera parte del año fue mejor. La caída en la producción acumula ocho meses a la baja.

El reto para el 2020 es doble: superar los números rojos y comenzar a adaptarse a un nuevo paradigma. La adaptación obliga a todos, pero especialmente a las empresas y al gobierno. Una pregunta está en el aire: ¿habrá plan de relanzamiento de la industria automotriz? ¿tendremos política industrial modelo 4T o se dejará trabajar a la mano invisible?

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