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El gobierno actual ha demostrado que, aun siendo una extensión, un año siete, de la autodenominada Cuarta Transformación, la presidenta Claudia Sheinbaum sí es capaz de aplicar cambios radicales en su forma de gobernar sin dar la impresión de un rompimiento con López Obrador.

El cambio más marcado entre el sexenio anterior y el actual se da en materia de combate al crimen organizado. El secreto para su estrategia fue darle un nombre tolerable para su clientela política y emprender el cambio.

La narrativa hace referencia a atender las causas del crimen, aunque se parezca mucho más a la guerra contra el crimen de Calderón, el punto es que en este gobierno sí hay un combate a los grupos delincuenciales y dejaron en el olvido los abrazos y no balazos.

Por el mismo estilo se han dado otros cambios que marcan una visión más sensata, estudiada, de lo que implica gobernar un país como México.

Hoy la administración de Sheinbaum tiene la oportunidad de replantear un faltante heredado de las decisiones radicales y mal informadas de López Obrador y con los eufemismos que se quiera, pero se puede reestablecer un Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

México es un territorio de riesgos naturales, desde sismos, huracanes, inundaciones o sequías y son eventos catastróficos que no se resuelven con una gira presidencial prometiendo a diestra y siniestra que habrá apoyos a través de los Servidores de la Nación.

El Fonden nació como un programa dentro del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación en 1996, se fortaleció hasta tener reglas de operación en 1999.

Pero entonces López Obrador y su deseo de concentrar todos los recursos públicos disponibles desapareció todos los fondos y fideicomisos que pudo, y en la lista se condenó al Fonden.

Podrían llamarle el Guardadito del Bienestar o el Fondo de la Transformación, el punto es que desde la estructura fiscal se de forma estructural a un esquema de respuesta ante los imponderables de la naturaleza.

Más allá de que sí era posible predecir la intensidad de las lluvias y con los propios datos del Servicio Meteorológico Nacional, hoy el gobierno federal enfrenta críticas, por la falta de respuesta de las autoridades locales y por la ausencia del Fonden.

Su restablecimiento requiere tres cosas, modificar las leyes vulneradas en el 2020, como la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria; la creación de un nuevo instrumento financiero, como un fondo y fideicomiso, con las reglas que quiera este régimen; y, lo más importante, voluntad política para hacer ese cambio.

López Obrador se perdió en el camino a Acapulco con el huracán Otis, fue duramente criticado por la percepción de haber fingido que su transporte se había atascado y haberse regresado sin ver a las víctimas.

Mientras tanto, Claudia Sheinbaum estuvo en algunos de los peores lugares de las inundaciones de estos días pasados y con mecha corta, pero aguantó las críticas. Eso es un cambio radical de estilo.

Si le entienden ahora a la necesidad de ser un jefe de Estado presente, le deberían entender al hecho de poder contar con los instrumentos financieros y legales necesarios para hacer frente a los desastres naturales.

López Obrador y su deseo de concentrar todos los recursos públicos disponibles desapareció todos los fondos y fideicomisos que pudo, y en la lista se condenó al Fonden.