El Comité Nacional Republicano busca poner a Trump en aprietos, obligando a todos los aspirantes a la nominación a firmar un compromiso de participar en todos los debates
Hasta el momento, 2023 no pinta bien para Donald J. Trump.
En lugar de ser coronado por mayoría como el único candidato presidencial de su partido, triunfar en la elección y retornar a la Casa Blanca, el expresidente enfrenta pérdida de liderazgo, del 69% al 47%, y una creciente fractura entre republicanos que apoyan el surgimiento de otros aspirantes presidenciales.
Como el exvicepresidente Mike Pence, quien acusó a Trump de estar equivocado cuando le pidió revertir el resultado de la elección. “Sé que la historia responsabilizará a Donald Trump de la desgracia ocurrida el 6 de enero de 2021”, dijo Pence, en un total rompimiento con el que fue su compañero de fórmula en 2016.
Por su lado el gobernador de Florida es apoyado por legisladores antes leales a Trump para que se una a la contienda, como hizo Nikki Haley y como piensan hacerlo Ted Cruz, Josh Hawley y Tom Cotton.
El Comité Nacional Republicano busca poner a Trump en aprietos, obligando a todos los aspirantes a la nominación a firmar un compromiso de participar en todos los debates.
Un estudio de la Escuela de Leyes y Política Pública de Harvard asegura que “hay leyes que impedirían a un candidato contender como independiente o mediante un tercer partido”.
Eso significaría el desvanecimiento de las posibilidades de obtener la inmunidad presidencial que desesperadamente trata de obtener para conjurar -como lo hizo durante su único período- las consecuencias de un alud de acciones civiles y legales en su contra, que podrían traducirse en su consignación penal.
Ante la cada vez más probable consignación, Trump pregona entre sus simpatizantes que “se trata de una cacería de brujas”, como ha calificado todas las investigaciones sobre sus acciones.
Sus colaboradores dicen estar preparados para manejar su campaña, mientras él comparece ante los tribunales respondiendo las acusaciones en su contra. Durante el fin de semana el expresidente y sus abogados manifestaron que “aún consignado criminalmente continuará en la contienda” por la nominación.
Alvin Bragg, fiscal del distrito de Manhattan, NY, citó o “invitó” al expresidente a testificar ante un Gran Jurado que está a punto de cerrar su investigación contra él.
La invitación es interpretada como preludio del fin de la investigación y la última oportunidad de que el acusado hable a su favor, antes de su consignación.
Sus abogados le advirtieron que testificar es impredecible, urgiéndolo a no hacerlo. Antes, testificó Michael Cohen, exabogado de Trump, quien proporcionó mucha información y evidencias al Gran Jurado.
El expresidente y empresario es acusado de presunta falsificación de expedientes financieros de sus empresas, para ocultar pagos por más de 130,000 dólares en sumas de 35,000 dólares a Michael Cohen, su exabogado, para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels, con quien habría sostenido una relación extramarital, a fin de impedir que eso influyera en la elección de 2016, violando con ellos las leyes de Financiamiento de Campañas.
El Código 175.10, castiga la alteración o falsificación de documentos financieros, para ocultar pagos, que pudo deducir de impuestos para defraudar al fisco.
Trump ha dicho que no acudirá “porque él no hizo absolutamente nada indebido”.
Pero esa consignación, si se diera, sería la de menos peligro para el expresidente.
En el estado de Georgia está a punto de concluir la investigación de Fani Willis, fiscal de distrito del Condado de Fulton, con la “consignación criminal de numerosos acusados”, aunque no se menciona aún al expresidente.
Hay que recordar que, desesperado por su derrota en Georgia, Trump llamó, amenazó e intimidó al secretario de Estado y otros funcionarios de Georgia, pidiéndoles que le consiguieran más de 11 mil 700 votos “que necesitaba para ganar”.
Mientras tanto, Jack Smith fiscal especial del Departamento de Justicia, avanza rápidamente en la recaudación de pruebas de múltiples intentos de golpe de Estado de Trump, mediante una extensa conspiración, apoyada por multimillonarios, militares, legisladores y gobernadores republicanos, gente relacionada con la Suprema Corte de Justicia, funcionarios y policías, además de grupos terroristas domésticos como los Proud Boys, Oath Keepers y otros.
El fiscal Smith, que espera el testimonio del exvicepresidente Mike Pence y otros colaboradores cercanos de Trump, investiga la sustracción no autorizada, transporte ilegal, almacenamiento inseguro, copia en discos y memorias externas de documentos altamente clasificados, con información sensitiva sobre programas nucleares de varias naciones, que Trump aún se niega a entregar y que es investigada minuciosamente.
La persistencia en su mentira de un fraude electoral que nunca pudo probar y las investigaciones, son motivo de cansancio y preocupación de republicanos, que tratan de recuperar la Casa Blanca, temerosos de que con Trump no lo lograrán.
Por todo eso, la situación actual apunta a que Donald Trump solo consolide su paso por la Casa Blanca, como el primer Presidente en la historia, llevado a juicio político en dos ocasiones, el único en romper la tradición centenaria de la transferencia pacífica del poder; el primer presidente consignado criminalmente por incitar a la violencia y el asalto al Capitolio, por amenazar e intimidar a funcionarios electorales estatales, como parte de sus múltiples intentos de golpe de Estado, para permanecer en el poder, contra la voluntad popular, una idea que aún no abandona.
En el lado Demócrata, las cosas no son mejores.
Una gran mayoría de jóvenes se opone a la reelección del presidente Joe Biden y quienes lo apoyan, rechazan rotundamente la posible reelección de la vicepresidenta Kamala Harris, quien originalmente era una estrella de ese partido y se esperaba fuera la primera presidenta de Estados Unidos, la primera presidenta asiática americana y la primera presidenta de color de esta nación.
*Texto reproducido con autorización del autor y publicado en L.A. Times.