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Si Grecia no paga, Europa no quebrará, pero sufrirá una caída en su PIB de 2 a 4 por ciento. Parece poco, pero esos puntos enterrarían la recuperación mundial.

Grecia es un riesgo otra vez. El país helénico debe pagar 300 millones de euros el 5 de junio y otros 1,944 millones el 12 de junio. No tiene dinero para pagar, ni forma fácil de llegar a un acuerdo con la Troika. Le exigen una reforma al sistema de pensiones; un incremento sustancial en el cobro de impuestos; privatización parcial de infraestructura estratégica, además de medidas concretas para liberar la economía. Si hubiera acuerdo, le entregarían 7,200 millones de euros, el último tramo del paquete de “rescate”. Hasta ahora, ha recibido 233,000 millones de euros.

No hay acuerdo a la vista. Los negociadores de la Troika critican la rigidez del gobierno de Alexis Tsipras. La rigidez es de los acreedores, dicen los griegos. Tsipras es un líder de izquierda que ha prometido acabar con las concesiones a los acreedores. La mayoría de la población griega desea seguir en la Unión Europea y en la zona euro, aunque no está claro que puedan seguir pagando la membresía.

El reloj de la deuda griega marca un crecimiento de 800 euros por segundo. El total supera los 347,000 millones de euros, casi 180% del PIB. No es la deuda más alta del mundo, ni la que tiene una proporción más grande del PIB. En Japón es 228 por ciento. La diferencia es que en Grecia está quebrada. Su PIB es ahora 25% menor que en el 2010. Tiene la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea, 28 por ciento. Cada día cierran 59 empresas y se pierden 613 empleos (en promedio).

Las posibilidades de que Grecia sufra “un accidente” en el 2015 son mayores a 50%, calcula Mohamed El-Erian, el financiero millonario y agudo comentarista económico. Cuando El-Erian dice “un accidente” se refiere a un escenario donde los helénicos no pueden pagar y sus acreedores rompen el círculo. Hasta ahora, han entregado nuevos fondos para que Grecia no deje de pagar. En el 2010, hubo un “rescate” de 145,000 millones de euros. Desde entonces ha habido otros dos “rescates”, por un total de 240,000 millones. El uso de comillas no es un capricho. Ese “rescate” no ha servido a Grecia. Los únicos rescatados han sido los bancos franceses y alemanes que otorgaron créditos masivos a los griegos. Para Grecia, ese río de dinero no ha significado una salvación. El gobierno griego está cada vez mas asfixiado. Su población ha visto caer el ingreso promedio por hogar en más de 30 por ciento. Es un caso evidente de país en camino al tercer mundo, según la expresión de Michael Lewis, el periodista estadounidense.

¿Qué tan grave sería un default griego en el 2015? No estamos en una situación como la del 2011, cuando el sistema de alerta económico se tiñó de rojo intenso. Hace cuatro años, el no pago de la deuda griega hubiera quebrado a grandes bancos europeos y hubiera generado un efecto de contagio entre los países altamente endeudados del mediterráneo, Portugal, Italia y España. Se hablaba de Eurocalipsis, para describir un escenario que hubiera acabado con la zona euro y detonado una crisis mundial de pronóstico reservado.

El tiempo y los ajustes en Europa han reducido los riesgos, pero no los han eliminado. Si Grecia no paga, Europa no quebrará, pero sufrirá una caída en su PIB de 2 a 4 por ciento. Parece poco, comparado con los riesgos del 2011. El problema es que esos dos o cuatro puntos enterrarían la recuperación mundial. En un mapamundi donde predominan las condiciones incendiarias, nadie puede darse el lujo de que estalle una fogata.

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