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Durante el fin de semana, el gobierno griego rechazó la última propuesta de rescate ofrecida por el Eurogrupo en conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).

El rechazo en sí no implica aun un escenario de salida de la eurozona para Grecia, ya que el gobierno heleno está convocando a un referéndum general el 5 de julio para consultarle al electorado si Grecia debe o no aceptar el paquete de rescate propuesto por el Eurogrupo.

No obstante, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha dicho que su gobierno cabildeará abiertamente para que la población vote en contra de la propuesta del Eurogrupo, con el objetivo de fortalecer su postura negociadora ante acreedores de Grecia. Esta situación ha provocado una aceleración masiva en el ritmo de salida de recursos de los bancos griegos, obligando al gobierno a cerrar el sistema bancario por lo menos hasta la fecha del referéndum, permitiendo únicamente retiros limitados de 60 euros diarios a los cuentahabientes.

A pesar del rompimiento en las negociaciones y el anuncio del referendo, el primer ministro griego envío una nueva propuesta al Eurogrupo aceptando algunas de las condiciones, pero manteniendo sus demandas en puntos muy controversiales. Hasta el cierre de esta edición, el Eurogrupo no había aceptado la propuesta e inclusive había condicionado cualquier negociación a la cancelación del referéndum del domingo.

Ante la falta de acuerdos, Grecia incumplió el martes el pago del vencimiento de 1,600 millones de euros al FMI, entrando oficialmente en moratoria. La imposición de controles de capital y el incumplimiento ante el FMI son sin duda eventos que aumentan la probabilidad de salida de Grecia de la eurozona.

Sin embargo, una ruta de salida irreversible todavía es posible, ya que el BCE aún no ha retirado sus líneas de crédito y estatus de prestamista de última instancia para el sistema bancario griego. A pesar del rompimiento en las discusiones entre Grecia y sus acreedores, los mercados aún no han descontado un proceso de salida inminente, pero esta situación podría cambiar drásticamente entre hoy y el referéndum del domingo si el resultado llegara a ser negativo.

Algunas encuestas iniciales apuntaban a que cerca de 70% de la población estaba dispuesta a aceptar el paquete de rescate, a pesar de las medidas de austeridad contenidas, a sabiendas de que su rechazo estaría de facto avalando el inicio del proceso de salida. Sin embargo, los esfuerzos del gobierno de Alexis Tsipras para convencer al pueblo griego que el rechazo le daría mayor legitimidad ante sus acreedores podría cambiar esta situación.

Aunque el resultado del referéndum será crucial, la fecha límite para llegar a un acuerdo es el 20 de julio, cuando Grecia debe hacer un pago de 3,500 millones de euros al BCE. El incumplimiento de este pago seguramente implicaría el retiro de las líneas de crédito del BCE a los bancos griegos, lo que traería la quiebra de éstos y detonaría un proceso irreversible de salida para Grecia.

Como hemos mencionado en este espacio, esta salida provocaría turbulencia en el sistema financiero europeo a través de posibles corridas bancarias en otros países con economías vulnerables, como pudiera ser Italia. Sin embargo, lo más probable es que el BCE incremente su programa de estímulos cuantitativos no tradicionales y refrende su compromiso de mantener al resto de la eurozona intacta.

Aunque estas decisiones podrían amortiguar la reacción negativa en los mercados, la salida de Grecia mandaría una pésima señal desde el punto de vista político para los mercados financieros, ya que sería vista como un fuerte golpe a la Unión Europea y un triunfo del populismo que podría impulsar a otros partidos extremistas, como Podemos en España o el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, que apoyan el abandono del euro como moneda única.