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La ventaja que hemos obtenido hasta ahora del pacto entre productores es 
que el peso hoy está mucho más estable.

Un acuerdo entre países productores de petróleo es como el cuento de Pedro y el lobo. Realmente pocos les creen a estos pastores del oro negro, cuando se ponen a gritar a los cuatro vientos que no se van a engañar unos a otros tras la firma de un pacto de producción de hidrocarburos.

Y más cuando el pacto para congelar la producción petrolera llega desde Arabia Saudita, que es el principal promotor de la guerra de precios de ese mercado.

Con mucha timidez, los mercados aceptaron el reto de creerles a los árabes en su insólita alianza con Rusia y otro par de productores menos relevantes.

Desde que se supo de la firma de ese acuerdo, los precios del petróleo se han recuperado, en buena medida porque también era un hecho que la mayoría de los productores ya no tenían más margen de incrementar el bombeo de crudo. Quizá Irán es el único caso notable de un productor que puede incrementar en un alto porcentaje su producción, pero por razones muy específicas.

Parte de la credibilidad en este acuerdo se daba por la condición financiera de los firmantes.

De Rusia no hay ninguna duda de su urgencia de lograr equilibrios en los precios de los energéticos, porque esa economía vive en buena medida de esos ingresos. Así que era claro que Vladimir Putin tenía que ser un impulsor.

De Venezuela tampoco había mayor duda de la urgencia, hoy a niveles de crisis humanitaria, de procurar un aumento en sus ingresos por la vía petrolera.

Y de los árabes, más allá de su determinación de tronar a los nuevos productores estadounidenses, lo que ubicaba al mercado en la posibilidad de cumplimiento del acuerdo son sus desequilibrios presupuestales.

Hoy Arabia Saudita tiene un déficit fiscal de más de 15% de su Producto Interno Bruto y su mayor fuente de ingreso es un producto que vendían en 100 dólares hace año y medio, en 50 dólares el año pasado y en 25 dólares a principios de este 2016.

El grupo financiero HSBC dio a conocer en estos días que los países integrantes del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, donde están Arabia Saudita y Qatar, firmantes del pacto, más los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Kuwait y Omán, van a tener problemas para refinanciar los 94,000 millones de dólares en vencimientos de deuda que tienen de aquí al 2018.

Es un incentivo más para que el pacto funcionara. Y la noticia es que las evidencias confirman que sí hay resultados positivos.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo reportó que durante febrero pasado se mantuvo estable la producción de crudo, después de haber presentado incrementos fuertes en los meses anteriores.

Y si bien, como ya lo habíamos comentado, los productores ya habían alcanzado producciones tope, en los mercados quieren creer que esto se debe a la buena voluntad de los países productores que ya sienten la lumbre en los aparejos.

México: ya sabemos que es un excelente colaborador involuntario para la causa de los precios con el derrumbe de su producción. Pero la gran ventaja que hemos obtenido hasta ahora del beneficio de la duda respecto de este pacto entre productores es que el peso se ha mostrado mucho más estable.