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La irrupción de los movimientos antiestablishment, aunada a los triunfos del brexit y de Trump, ha creado un halo de incertidumbre en torno al futuro de la Unión Europea (UE). Cada elección en la región amenaza los arreglos institucionales construidos desde el Tratado de Roma. La de Francia no fue la excepción.

Por meses, Marine Le Pen estuvo al frente en las encuestas. Aunque fue superada por Emmanuel Macron en ambas rondas de las elecciones presidenciales, la ultraderechista consiguió un resultado histórico para el Frente Nacional. Al final, el mensaje de los votantes fue contundente: están confrontados con el statu quo, pero no quieren romper con la UE.

En la primera vuelta, el electorado dejó fuera a los dos grandes partidos tradicionales: socialistas y republicanos. Y en la segunda, optó por un independiente de centro que construyó su candidatura al margen de los partidos. Macron nunca propuso salirse de la UE, pero sí reformarla para hacerla más democrática y transparente.

El resultado es consistente con un estudio divulgado recientemente por la Fundación Bertelsmann (Supportive but wary): los europeos apoyan mayoritariamente la unión, pero son cada vez más críticos sobre las políticas públicas en la región. Según este estudio, si hubiera un referéndum en las 28 naciones de la UE, 70 por ciento de los ciudadanos apoyaría la permanencia. En Francia, ese voto alcanzaría 63 por ciento, casi el mismo con el que ganó Macron.

Al mismo tiempo, solo 25 por ciento de los europeos y apenas 20 por ciento de los franceses piensan que las políticas vigentes van en sentido correcto. Es por ello que no extraña la expresión mayoritaria del domingo a favor del proyecto europeo, pero tampoco sorprende el rompimiento con los partidos tradicionales o el creciente apoyo al FN.

Si bien la derrota de Le Pen ha disipado por el momento la amenaza de una ruptura en Europa, persiste el descontento con las políticas públicas y con el funcionamiento de la UE, lo mismo en Francia que en el resto de Europa. Para quienes aspiran a una Europa unida, ignorar este mensaje y apostar por “más de lo mismo” sería suicida.