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          Solo hago cuentas políticas sin comparar, porque ya sé que no le gusta, de las diferencias de tiempos, espacio, condiciones y personalidad: de la indignidad del apoyo a aquella frustrada reelección, al encuentro, puedo decir, entre iguales, aunque por la disparidad de países, parecería imposible

El gobierno federal había depositado en la armadora algo más valioso: su confianza en que Ford se comportaría como un aliado frente a Trump.

Ford Focus y México. Esta es la historia de una inversión multimillonaria que no llegará. La crónica de un sueño que se rompió dos veces y termina con un desengaño: México no tiene garantizada la manufactura de autos compactos para Ford. En el futuro deberá competir con un rival terrible: China.

Este drama (¿podemos llamarlo de otro modo?) se desarrolla en un periodo de nueve meses. Casi un parpadeo para los tiempos de la industria automotriz. El 14 de septiembre del 2016, Ford anunció que trasladaría a México toda su producción de autos pequeños. Esto implicaba la construcción de una planta en San Luis Potosí. Esta sería la quinta en territorio mexicano. La inversión sería de 1,600 millones de dólares y generaría 2,800 empleos.

El 3 de enero del 2017, Ford metió freno y luego cambió de dirección. Canceló la construcción de la planta en San Luis Potosí, pero no el proyecto Focus en México. Este se haría en las instalaciones que ya tenía Ford en Hermosillo. La decisión permitiría ahorrar costos; en vez de construir una planta nueva, se adaptaría el complejo de Hermosillo para producir el Focus a finales del 2018. Otro tipo de costo-beneficio entró en los cálculos de Ford: el anuncio contribuiría a restaurar la relación con el presidente electo, Donald Trump, que se había convertido en un feroz crítico del traslado de líneas de producción de Estados Unidos a México.

Esta primera cancelación dejó corazones rotos en San Luis Potosí y el alma en los pies para el gobierno federal. Las autoridades de San Luis Potosí habían puesto a disposición de Ford un terreno de 280 hectáreas para la construcción de la planta. El gobierno federal había depositado en la armadora algo más valioso: su confianza en que Ford se comportaría como un aliado frente a Trump. La lógica del Gobierno mexicano era la siguiente: si una industria puede explicarle al impulsivo presidente cómo funciona la relación económica México-Estados Unidos, es la automotriz. Ford no estuvo a la altura de las expectativas. Eso provocó desconcierto y molestia en las más altas esferas del gabinete federal. También pegó al tipo de cambio. El día de ese anuncio de Ford, el peso se depreció 30 centavos. Pasó de valer 21.11 por dólar a 21.43 por dólar.

La cancelación del proyecto Focus en Hermosillo es una decisión del nuevo CEO de Ford, Jim Hackett. Se justifica por los ahorros adicionales que generará, en un contexto en el que los números de Ford reflejan el final de un ciclo expansivo y, quizá, el principio de una caída en las ventas. Hackett lo dijo así: En vez de modificar dos plantas para hacer el Focus, una en Estados Unidos y otra en México, sólo se harán los ajustes en una fábrica de China, que ya está produciendo Focus. Esto implica ahorros de 1,000 millones de dólares. Muy significativos para una empresa que ha anunciado recortes de 3,000 millones.

Es un golpe duro para México. Si la producción del Focus se hubiera trasladado a Estados Unidos, habría la oportunidad para las firmas mexicanas de participar en la generación de valor a través de las autopartes. Yendo a China, eso se complica. Más aún, la decisión coloca a México en un escenario hasta ahora no contemplado: empezaremos a competir con China en la producción de autos compactos destinados al mercado estadounidense. ¿Será por eso que el peso ayer pasó de 17.95 a 18.22 por dólar?