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¿Nos vamos a dejar? -pregunta el líder al grupo. No, de ninguna manera -contesta la aguerrida tropa con entusiasmo. Compañeras y compañeros -el que habla es el secretario general de la Aprimex (Asociación Promotora y Reguladora de la Impunidad en México)- como todos estamos enterados resulta que en el Índice Global de Impunidad 2015, realizado entre 59 países que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nuestro país, México, apenas alcanzó el segundo lugar y eso, eso es algo que los que estamos aquí reunidos no debemos, ni podemos permitir. Porque si de algo debemos sentirnos orgullosos es que en nuestra nación tenemos los mecanismos, la infraestructura e, inclusive, como bien dijo el presidente Peña Nieto refiriéndose a la corrupción, la cultura necesaria para ser el primer país del mundo en los rubros corrupción e impunidad.

Y lo que más coraje da de ese subcampeonato en impunidad, que si bien no es para sentirnos humillados, tampoco es como para salir a la calle rumbo al Ángel de la Independencia a festejarlo, es que el estudio fue realizado por investigadores, analistas y estudiantes de la Universidad de las Américas de Puebla. ¡Carajo! ¿Por qué no nos hablaron derecho? ¿Qué acaso no habría entre ellos un simpatizante de nuestras organizaciones, que tienen como objetivo la imposición en México de la impunidad y de su secuela, la venturosa corrupción, que nos hubiera cobrado una buena cantidad de dinero para que mediante una leve modificación en sus estadísticas hubiésemos alcanzado el primer lugar? “En política, todo lo que se puede comprar con dinero, es barato”, dijo sabiamente uno de nuestros Padres Fundadores, el profesor don Carlos Hank González (aquí los asistentes se ponen de pie y le dedican tres minutos de aplausos al celebérrimo personaje. Cuando cesan los aplausos el orador prosigue). Repito: ¿Qué les hubiera costado llegar a un buen arreglo con nuestras organizaciones, sea la Aprimex que yo represento, o la Confederación de Amigos de la Corrupción Amada, la famosa CACA, que preside el señor licenciado don Tomás Yarrington, que de momento se encuentra en el extranjero por necesidades de su honroso cargos?

Seguramente, los realizadores de esa mascarada que nos escamoteó el campeonato mundial de impunidad, pertenecen al grupúsculo antagónico a nuestro gremio, al cada día más estrecho ámbito de los que se dicen honrados. Y se autonombran así, porque, aquí entre nos, nunca han tenido oportunidad de chingarse una lana -y perdón por la expresión vulgar- pero cierta: esos sepulcros blanqueados que son honrados, lo son porque su insignificancia no les ha permitido llegar a donde el dinero, quiérase o no, llega. Tal vez estos auténticos pobres diablos que se enorgullecen de ser honestos y no se avergüenzan de ser pobres no hayan tenido oportunidad de ser comprados, pero más tarde que temprano les llegará el momento de ceder a sus paupérrimos principios. Y si no a ellos, a sus descendientes, porque este mundo es una inmensa casa del jabonero donde el que no se cae, resbala.

Ese segundo lugar mundial en impunidad es una llamada de atención para apretar filas en torno a nuestras instituciones y a nuestros hombres en el poder, para juntos alcanzar en muy poco tiempo a la república de Filipinas que, por el momento y según el Índice Global 2015, es quien ostenta el Campeonato Mundial. También debemos cuidarnos de los que vienen debajo de nosotros apretando fuerte: nuestros hermanos latinoamericanos los colombianos, que sólo están a una décima. Pero con ellos la preocupación disminuye porque siempre tendremos modo de arreglarnos para que no nos alcancen.

Hoy, nuestro objetivo es Filipinas, que, la verdad, vista desde cualquier perspectiva no tiene con qué ganarnos. Modestia aparte, somos muy superiores a ellos. Para empezar, Filipinas es un archipiélago de 7,107 islas, que juntas miden 300,000 kilómetros cuadrados donde habitan 94 millones de seres humanos. Nosotros somos un país continental de 2 millones de metros cuadrados con una población de 123 millones de seres humanos a quienes tranzar. Pero por ahí tenemos una que otra isla como las innombrables e invisitables (el orador se refiere a las Islas Marías que son una colonia penal); las islas Revillagigedo; la isla Bermeja, que en la época del presidente Zedillo alguien de nuestra cofradía la hizo perdediza y las islas que pertenecen a dos distinguidos miembros de nuestras organizaciones don Narcizo Agúndez y el señor ingeniero don Raúl Salinas de Gortari (al pronunciar el último nombre los asistentes se ponen de pie y aplauden no con el mismo entusiasmo con el que lo hicieron con el profesor Hank ni la ovación dura lo mismo. Al ingeniero sólo le aplaudieron minuto y medio. Hasta en asuntos de impunidad y corrupción hay jerarquías).

¿Alguna pregunta? -interroga solícito el dirigente. Una mano se levanta. Le conceden la palabra: Yo estoy un poco nervioso por el asunto del Sistema Nacional Anticorrupción, ¿cómo nos va a afectar? La asamblea en pleno suelta la carcajada.

Usted tranquilo compañero -manifiesta el líder- si Filipinas nos la va a persignar, el sistema anticorrupción nos va a rezar un “Padre Nuestro”. Esta mañana el periódico Reforma publicó una fotografía en la que se ve a los senadores Carlos Romero Deschamps y Gerardo Sánchez que, mientras se discutía el precitado sistema para acabar con la corrupción, ellos ojeaban un catálogo de yates.