Kamala Harris podría remontar el ostracismo en el que le mantiene, como mantuvo a Biden con Obama, el puesto de vicepresidente
El desdempeño del presidente Joseph Robinet Biden Jr. en el primer debate presidencial de los Estados Unidos fue desastroso. Las vacilaciones en sus respuestas y la incoherencia momentánea en su discurso, le hicieron ver un candidato débil frente al igualmente senecto Donald Trump, incluso con su actitud menos agresiva de lo que acostumbra. A tal grado fue la deteriorada imagen remanente de Biden, que sacudió la mecánica electoral de los vecinos. De tal forma que ha llevado a prominentes miembros del partido demócrata a entrar -se afirma- “en pánico”, por encontar un candidato sustituto que pueda ganarle a Donald Trump la presidencia el próximo noviembre.
No es tan sencillo.No se trata nada más de un “quítate que ay te voy”.
En lo que va de la campaña, Joseph Biden se ha asegurado más de los tres mil requeridos delegados a la Convención Nacional de su partido que ha de celebrarse en agosto para la nominación formal de candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia. Con esa ventaja, Biden tendría que renunciar a sus aspiraciones reeleccionistas y retirarse por voluntad propia. Eso no le conviene a su partido, ni está en la lista de sus acciones próximas, según ha repetido en varias ocasiones en sus apariciones de reparación de daños del debate.
Como si eso fuera poco, los demócratas derrotistas no tienen un menú tan amplio para bateador emergente: si acaso el gobernador de California Gavin Newsom , o la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer; ambos estados fundamentales en las elecciones. El nombre de Kamala Harris, la vicepresidente, surge en automático, engañosamente: ella entraría de inmediato a la silla grandota ante la falta del presidente en funciones; no del candidato. Para esto, tendría que lograr la mayoria de los cuatro mil delegados de su Convención, igual que los demás pretensos. No se antoja fácil.
Se antoja ilusorio revivir a Hillary Clinton o aprovechar el magnetismo de Michelll Obama, de quien se dice incesantemente que es más inteligente que su marido, que no es tonto. Ambas han rechazado públicamente la hipotética opción, como dijo Lopitos que lo dieran por muerto hace no pocos años. Habrá que ver cuál su postura dentro de un par de semanas: ambas conocen la Casa Blanca en su papel de reina consorte.
Todas estas especulaciones se mueven por el argumento recurrente de la avanzada edad de Biden y la duda de que pueda ejercer la responsabilidad de presidente cuatro años más. Él dice que sí, desde luego.
Sgún la Real Academia de la Lengua Española, edad es el “tiempo que ha vivido una persona o ciertos animales o vegetales”.Como de costumbre, la RA se equivoca porque reduce el concepto de edad a una categoría numérica. Sabemos que no es el caso en cada individuo. La edad en los hombres es un cúmulo de factores, entre los que sobresale el deterioro gradual de muchos órganos del cuerpo humano, que ven menguar su efectividad poco a poco, comenzando por los del aparato reproductivo. Generalmente el cerebro, los lóbulos encargados de registrarlo, es el más lento en asimilar esa realidad.
Bien se niega a aceptar esa evidente realidad. MIentras o hay quien lo convenza, Kamala Harris podría remontar el ostracismo en el que le mantiene, como mantuvo a Biden con Obama, el puesto de Vicepresidente.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas):Siguen las mentiras del gobernador de Nuevo León y su pandilla: segúndijo, hoy lunes debe llegar mil quinientos millones de pesos para remediar los daños que dejó el Alberto en el estado y que Samuelito dijo que montaban a un tercio de esa cifra. El director de Agua y Drenaje, a tono con su jefe, afirma que falta agua ahora que sobra, por el consumo desmedido que la supuesta abundancia ha provocado O séase, que estábamos mejor cuando estábamos peor.