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El papel que juegue la CTM es incierto. ¿Quién podrá defender a los trabajadores mexicanos?… No lo harán los sindicatos de Estados Unidos y Canadá.

La CTM quiere estar cerca de la renegociación del TLCAN. El secretario general del sindicato lo dijo en serio, aunque muchos lo tomaron de guasa. ¿Para cuándo los trabajadores?, preguntó Carlos Aceves del Olmo más de tres veces. Pidió pensar en un esquema tripartito para las negociaciones que vienen: “El presidente del CCE dijo el Gobierno y los empresarios (…) Le faltó mencionar a los trabajadores”.

El líder sindical estaba en el presídium, pero parecía fuera de lugar en la presentación de la Estrategia de Política Exterior. Su presencia servía para guardar las formas, pero ni el Gobierno ni el sector empresarial contemplan darle juego a los sindicatos. Está previsto que haya un cuarto de al lado, con empresarios. Habrá también consultas con académicos, especialistas y grupos de activistas, pero no saben dónde poner a los sindicatos.

La posición de Carlos Aceves del Olmo, quizá, tiene que ver con una interpretación de lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Allá, los sindicatos viven un buen momento. Donald Trump coquetea con ellos y les hace sentir que son una pieza clave en su plan de reindustrialización. Más aún, el presidente ha dicho que trabajará en una política comercial que será benéfica para los trabajadores de Estados Unidos.

Esta paradójica sintonía de Trump con los sindicatos tendrá una consecuencia dentro de la renegociación del TLC. Los trabajadores estadounidenses tendrán influencia clara en las negociaciones. Esto implica una diferencia respecto a lo que pasó en los 90, cuando el documento fue el producto de la interacción entre Gobierno y empresarios de los tres países.

Esta influencia se empieza a notar. Sindicatos como el AFL-CIO, que preside Richard Trumka, han empezado a difundir sus propuestas de enmienda del NAFTA. No van solos. Han trabajado con legisladores de ambos partidos, demócratas y republicanos.

Entre las propuestas de la AFL-CIO destaca la obligación de que los derechos de los trabajadores y los estándares laborales se incorporen al cuerpo principal del acuerdo y no queden como anexos (side letters). Pide también que el NAFTA II respete la política 
Buy American. En el acuerdo vigente, ninguno de los países puede dar preferencia a las empresas de su país en los procesos de compra.

El sindicato propone además sancionar la manipulación de las divisas (ciertas formas de devaluación) y endurecer las reglas de origen para los autos y las autopartes. En la forma actual, 40% de un auto puede ser hecho en China y cumplir con las reglas para ser considerado hecho en Norteamérica.

Hasta hace algunos meses, las posiciones de la AFL-CIO hubieran sido consideradas imposibles de implementar. Esto ha cambiado radicalmente con el triunfo de Trump y, sobre todo, con el activismo del mandatario en cuestiones de política industrial.

¿Podría la CTM jugar un papel similar al de la AFL-CIO, en el caso de México? Es poco probable, en primer lugar por la tradición de subordinación al Gobierno. En segundo lugar, por la falta de credibilidad del sindicalismo oficial mexicano. Los sindicalistas de América del Norte consideran que las prácticas del sindicalismo mexicano han producido una especie de dumping laboral que perjudica a los trabajadores de los tres países.

Entonces, ¿quién podrá defender a los trabajadores mexicanos?… No lo harán los sindicatos de Estados Unidos y Canadá.

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