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Seguimos escuchando voces que piensan que Donald Trump no se atreverá a tocar en lo sustancial la relación económica con México. No se engañen…

¿De verdad va a expulsar a los indocumentados? ¿Cobrará aranceles a los autos que se hacen en México? En los primeros 100 días de su gobierno, Trump deberá explicar cómo aterrizará sus planes en asuntos migratorios y en relación con el TLCAN.

El plazo para develar el misterio de lo que Trump quiere para México vence a fines de abril del 2017. Cien días es un parpadeo para los tiempos políticos, pero son una eternidad para los mercados. Dos días de incertidumbre le han costado a las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana 406,000 millones de pesos en valor de capitalización. Nos han hecho a los mexicanos 11.4% más pobres, si expresamos nuestros ingresos en dólares.

¿Se atreverá a cumplir lo que prometió en campaña?… ¿Podrá hacerlo? La duda mata. Este no saber lo que pasará provocará que muchas empresas pongan pausa en sus decisiones de inversión, compras y contratación de personal. Cualquier automotriz tiene la obligación de meter freno a sus planes de inversión en México. El mercado objetivo de esas plantas es EU. Si hay un impuesto compensatorio, ya no será negocio producir en México. Por eso empezaron a ajustarse a la baja los pronósticos del PIB del 2017. El año próximo no ha nacido y ya perdió la figura: tendrá un PIB muy pequeño, quizá plano o negativo.

Hay incertidumbre en el aire, pero también hay un afán de negar la realidad. Seguimos escuchando voces que piensan que el próximo inquilino de la Casa Blanca no se atreverá a tocar en lo sustancial la relación económica con México. No se engañen. Trump ganó ofreciendo una respuesta proteccionista al malestar de los estadounidenses. Deberá cumplir algunas de sus promesas.

La construcción del muro es lo de menos, porque se trata de un símbolo. “El problema de muchos con Trump es que no lo tomaron en serio”, dice Peter Thiel, el único estrella de Silicon Valley que apoyó a Donald Trump. “Él ganó porque entendió algo que el marido de Hillary sabía muy bien en 1992: es la economía, estúpido”, explica ese empresario, fundador de PayPal e inversionista inicial en empresas como Tesla y Facebook.

Hay malestar económico en los estadounidenses porque el PIB crece anémicamente; porque hay mala distribución de la riqueza y, además, porque la globalización y el cambio tecnológico han transformado el mercado laboral. Nada de esto es culpa de México, pero se nos endilgó el papel de chivo expiatorio durante la campaña de Trump.

¿Qué papel nos tocará desempeñar durante su Presidencia? Las próximas semanas son claves. Los grandes empresarios mexicanos y el gobierno de México han empezado a moverse en busca de influir en el círculo cercano a Trump y en el ánimo de senadores clave. Fracasarán, si pretenden negociar una situación donde casi nada cambie para que todo siga igual. El sentido del voto estadounidense fue claro: quieren cambios de forma y de fondo en la economía.

Para México esto representa un enorme reto y una gran oportunidad: reducir nuestra dependencia de EU, buscar otros mercados, y al mismo tiempo replantear la relación con ellos. Poner en la mesa los cambios que nosotros necesitamos en el TLCAN. Los estadounidenses no son los únicos que están inconformes con la marcha de la economía. En México nos sobran razones y malestar. ¿Estamos entendiendo el 2016?

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