Elecciones 2024
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Él no es más que el resultado del estallido de la demagogia y la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, demagogos, estúpidos o malvados, somos culpables de que llegara al poder.

Así escribió en su testamento político Miguel Ángel Quevedo, uno de los grandes periodistas latinoamericanos del siglo pasado, antes de suicidarse en el exilio en Miami… se está cumpliendo ya medio siglo de aquel suceso.

Su testamento dice:

Querrán presentarme como ‘el único culpable’ de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera ‘el único culpable’. Culpables fuimos todos. Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores contra todos los gobernantes, por sentirse halagados por la aprobación del pueblo.

No importa quién fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando. Había que atacarlos, y destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía sus cabezas en la plaza pública. El pueblo también fue culpable. El pueblo que compraba Bohemia, porque era vocero de ese pueblo.

Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, demagogos, estúpidos o malvados, somos culpables de que llegara al poder.

Fueron culpables los comentaristas de radio y televisión que lo colmaron de elogios. Fueron culpables los millonarios que lo llenaron de dinero para que derribara al régimen. Bohemia sólo era el eco de la calle.

Cuba es moda, ahora que llegaron sus médicos para salvarnos del COVID-19. Está bien conocer un poco de historia de la isla que trae el rescate.

¿Qué fue de Bohemia? Es la gran revista de Cuba. En su sección “Quienes Somos” tiene un lindo gesto con Quevedo:

La primera edición salió a venta el 10 de mayo de 1908. Su fundador y propietario fue Miguel Ángel Quevedo Pérez. El 1ro. de enero de 1959 la prensa burguesa emprendió una lucha sin cuartel contra la revolución, Bohemia, fue un bastión de los esfuerzos renovadores. Quevedo solo pudo resistir tales contradicciones hasta 1960, cuando se exiló.

Sí: un lindo gesto lindo, porque los comunistas no siempre reconocen la historia. Lo cuenta Kundera en El libro de la risa y el olvido: en febrero de 1948, el líder comunista Gottwald salió al balcón rodeado de los camaradas y a su lado estaba Clementis, quien se quitó su gorro y se lo colocó en la cabeza a Gottwald.

Cuatro años más tarde, a Clementis lo acusaron de traición y lo ahorcaron. Desde entonces, en el sitio de la foto de color sepia donde estaba Clementis aparece la pared vacía.

Lo único que quedó de Clementis fue el gorro en la cabeza de Gottwald.

(Canela Fina tomará libre el Viernes Santo y vuelve a aparecer el próximo lunes. Tempus fugit)