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Estos tiempos nos han llevado por un huracán de emociones, de certezas y de la tan repetida incertidumbre. Un combo perfecto para no querer enfermarnos, para evitar las salidas innecesarias, para cuidar a los nosotros y para hacernos vale como “exagerados” a la hora de los cuidados.

Hace unos días, uno de mis tíos cercanos y queridos le tocó ir al hospital privado ya en un momento grave para sus pulmones y su capacidad de respiración. Por suerte pudo ir todavía por su propio pie, acompañado de su mujer, sin embargo al llevar su estudios en mano y su prueba negativa del propio Covid, la enfermera fría y sin ningún tipo de tacto a la hora de ingresarlo les dijo al entrar al elevador: “Aquí despídanse, porque va al piso de Covid y no podrán verlo hasta en 4 días”.

¿Se imaginan una indicación así? En pocas palabras, usted tiene los pocos segundos que quedan entre que la puerta del elevador se abra, ingresemos la camilla con su familiar, y se cierren las puertas para poder despedirse; ¿despedirse?, ¿no verlo?, ¿al piso del covid?, ¿qué hago?.

Bueno, simplemente usted mismo plantéese estas preguntas ¿qué haría? Y mucho más con la carga de información y desinformación que tenemos ya con casi cinco meses de estar con el tema.

Mi tío decidió no quedarse, con todo y lo contraproducente que suene esto, decidieron no subir al elevador y regresarse a su casa, con un tanque de oxígeno y con la revisión directa de un neumólogo.

Como familiar pues te preocupas, te cruzan los pensamientos que debió de quedarse, y después que hizo bien, en fin, no lo sabremos hasta que pasen estos terribles momentos donde como familiar, vivimos la incertidumbre y la incapacidad de poder estar allí a su lado.

Vemos videos, imágenes, escuchamos testimonios de quienes han ingresado y no salieron con vida, sabemos de quienes entraron por una cosa, y murieron por Covid, tenemos en la mente los pulmones de tantos desconocidos exigiéndose respirar y sin obtener resultados positivos, tenemos todo eso en la mente.

Entonces veo esta foto de Sashenka Gutiérrez, fotoperiodista de la agencia EFE, quien ha realizado una cobertura completa y sin descanso de la pandemia en México, donde captura el momento en que un paciente del área de COVID realiza una videollamada con uno de sus familiares mientras espera sanar en el Hospital Juárez de la Ciudad de México.

Por supuesto gracias a la ayuda del enfermero quien le coloca una tableta para hablar con “alguien” de los suyos, que le puede dar esperanza, y que sobre todo del otro lado pueden saber cuál es el estado real de su paciente contagiado.

Porque también hay miles de personas que no tienen este privilegio, o sea del que un enfermero se ofrezca para esto y la capacidad de poder hablar con alguien mientras se enfrenta a una batalla entre la vida y la muerte rodeado de puros desconocidos que en cualquier momento pueden activar los sonidos de alerta que están dejando de respirar correctamente y urge la entubación.

En serio, hoy más que nunca, no juzgo a nadie, como en el caso de que mi tío no haya decidido entrar a ese piso bajo la sentencia de “Despídase que no lo verá en cuatro días”.

Hoy mi tío, con una neumonía provocada por Covid está en su casa pegado a un tanque de oxígeno, con su mujer midiendo su nivel de oxigenación constantemente y sus hermanos al pendiente.

Esta foto por más simple que se vea, no es que esté bien tomada o nos muestre un espléndido manejo técnico de la cámara, es que Sashe capturó lo que nosotros no nos imaginamos ni tantito. Estar aislados de los nuestros con el miedo de no volver a verlos, y ellos con la incertidumbre de no saber nada de ellos, porque los doctores no se dan abasto, porque no pueden estar dando status de nadie, porque solo una vez al día te envían un mensaje con unas frías palabras “Sin novedades. Sigue grave entubado.”

Esto es hacer fotoperiodismo, pero sobre todo, lo que capturó fue una ligera esperanza puesta en una fría pero cercana pantalla.

¿Entrarían al piso Covid? - 0e60e7e3b02a32c74acf17008e1647995731e0faw
EFE/Sáshenka Gutiérrez