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¿Alguien notó alguna clase de impacto en los mercados por las “proyecciones económicas” del presidente Andrés Manuel López Obrador?

La verdad es que no. Tiene tiempo que los participantes de los mercados y aquellas personas directamente involucradas con la toma de decisiones no ponen atención a lo que el Presidente dice sobre el comportamiento de la economía, salvo que, claro, se trate de alguna ocurrencia que la comprometa.

El problema no deriva de que haya un optimismo desbordado en las mañaneras, lo que acabó con la confianza en los dichos presidenciales es la batería de información falsa que se vierte y que López Obrador inscribió en la categoría de “los otros datos”.

¿Puede no haber una crisis económica este año y el siguiente? Primero habrá que ver si todos entendemos lo mismo por crisis económica. Si tiene que ver con una posible recesión, una recesión con alta inflación, o un desorden en los mercados financieros que pudiera pegar en algunos indicadores macroeconómicos.

En la medida en la que la Secretaría de Hacienda compense la baja en los ingresos fiscales con una moderación del gasto público, se podrían frenar los desequilibrios presupuestales que ya existen y así evitar que se enciendan los focos de alerta en los mercados.

El peligro es que una instrucción presidencial de gastar a manos llenas con fines electorales sí puede generar un desequilibrio que implique facturas en los mercados financieros.

El mayor peligro para la economía mexicana deriva de la conducción política. El régimen cada vez juega más en la raya de la legalidad y cruzar lo permitido por ese orden puede derivar en una pérdida de confianza inmediata que se note en una de esas reacciones financieras a las que les llamamos crisis.

Ahora, el “análisis” de López Obrador apunta a una crisis en Estados Unidos en el 2025 por el relevo presidencial, no tiene otro sustento que sus creencias.

Ahora, si eventualmente gana un republicano las elecciones del próximo año, en especial Donald Trump o Ron Desantis, sí es un hecho que no serán tan suavecitos como ha sido la administración de Joe Biden con el régimen de López Obrador.

A Trump ya le vimos los alcances al inicio de su pasada administración y hay otros republicanos que dicen que son todavía más radicales.

Lo que sí ya puede predecir López Obrador y sin temor a equivocarse es que este será un sexenio perdido en materia de crecimiento.

Puede anticipar que el desmantelamiento institucional pondrá en riesgo el funcionamiento de una maquinaria nacional que, aunque imperfecta, hacía que el país caminara de forma correcta.

Puede adelantar que muchos de sus proyectos insignia fracasarán de la misma forma que lo hizo el Instituto de Salud para el Bienestar. Es más, puede predecir que todo lo que lleve ese apellido del Bienestar está destinado a dar malos resultados.

En fin, las estimaciones presidenciales en materia económica son de gran utilidad para nutrir el discurso que escucha su feligresía, pero poco aportan a un análisis serio de la condición actual que guarda la economía mexicana.

Lo que sí ya puede predecir López Obrador y sin temor a equivocarse es que este será un sexenio perdido en materia de crecimiento.