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México y Estados Unidos siempre tendrán una relación desnivelada porque son dos países con realidades diferentes, a pesar de tantas cosas que se comparten en común.

Ha sido una virtud el tener un acuerdo comercial con Estados Unidos desde hace casi 30 años, porque esa relación ha sido un sustento básico para la economía mexicana. Es un despropósito descomponer ese vínculo tan necesario para este país.

De entrada, si hoy existe el T-MEC fue porque se tuvo que renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte bajo las amenazas de Donald Trump.

Evidentemente que uno de los primeros aspectos que se tienen que recalibrar en la relación bilateral fue ese ambiente de confrontación que dejó sembrado el expresidente republicano, por más que tuviera una tan empática relación con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

En esta relación bilateral dispar, mientras que el gobierno mexicano piensa cómo convencer al gobierno de Estados Unidos para reabrir la frontera terrestre cerrada desde marzo del año pasado, La Casa Blanca busca la manera de mantener blindada su frontera sur para frenar el flujo de migrantes ilegales.

En esta reunión en desnivel se encuentran dos gobiernos con visiones opuestas del futuro energético de la región.

Durante mucho tiempo México fue una prioridad energética para Estados Unidos, porque era un socio confiable para surtir de hidrocarburos y bajar la dependencia de los combustibles árabes. Estados Unidos hoy es superavitario en materia petrolera y está en camino de dar el siguiente paso en materia energética. Mientras tanto México, quiere regresar a ese pasado de pretender vivir del petróleo.

Hoy, el gobierno del presidente Joe Biden le apuesta todo a las energías limpias, el plan de obtener la mitad de la energía eléctrica del sol durante los próximos 30 años choca de frente con los planes de la 4T de quemar todo el carbón y combustóleo que se pueda para obtener electricidad.

En ese encuentro de alto nivel no se habló de escalas y convergencias de los planes de energías limpias en América del Norte. México es un país privilegiado en radiación solar, pero la ideología política que prevalece tiene planes desempolvados del siglo pasado. Ese es un desnivel que además se evidencia más con la necesidad de La Casa Blanca de tener que reclamar el respeto de los contratos para las compañías energéticas de su país.

No puede haber el mismo alto nivel cuando se tienen que organizar agrupaciones empresariales de Estados Unidos para escribir una carta a la vicepresidenta, Kamala Harris, para exigirle que haga que México respete los acuerdos comerciales.

Hay un terrible desnivel en la relación bilateral cuando México es acusado de violar los términos del T-MEC, cuando fue este mismo gobierno el que suscribió ese acuerdo comercial.

Qué bien que la Cancillería logró revivir estos encuentros que tenían casi una década sin llevarse a cabo. Hay oficio y de paso una muy buena fotografía para las causas políticas.

Pero es evidente que se han desalineado los objetivos comunes de la región norteamericana que hoy debería estar trabajando con planes comunes.

Agenda eterna
Riqueza petrolera

Durante mucho tiempo México fue una prioridad energética para Estados Unidos, porque era un socio confiable para surtir de hidrocarburos.

Energías limpias

Hoy, el gobierno del presidente Joe Biden le apuesta todo a las energías limpias, planea obtener la mitad de la energía eléctrica del sol.

T-MEC

Empresarios de EU escribieron una carta a la vicepresidenta para exigirle que haga que México respete los acuerdos comerciales.