Elecciones 2024
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Tancoco es un pequeño municipio al norte de Veracruz, que no llega ni a los 6,000 habitantes, que a pesar de su diminuto tamaño se ha convertido en un botón de muestra de lo que le está ocurriendo a este país frente a nuestros ojos.

El Presidente municipal de este caluroso municipio, que está a unas dos horas de Tampico, Tamaulipas, ha hecho la mejor radiografía del daño que han provocado los programas asistencialistas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Se llama Celerino Hernández Mena y es de Morena, lo que dice es que la gente en edad productiva de su municipio ha dejado de trabajar porque se conforman con lo que reciben con los diferentes programas del Bienestar.

Pero, además de este conformismo social que se genera con el reparto de dinero sin condición alguna, este alcalde morenista reportó una baja en el presupuesto del ayuntamiento. Sin dinero para obra pública y sin gente trabajando, porque reciben el pez en la boca, dijo el alcalde, ese municipio está muriendo.

Esta es la fotografía de muchas entidades del país, el desmantelamiento de los presupuestos de las instituciones de asistencia social, de los órganos autónomos, de estados y municipios, a cambio de subsidios directos a la población sin retorno productivo y solo para generar dependencia político-electoral del régimen.

Este es un daño profundo a la dinámica económica del país, de la mano de otras afectaciones visibles como muchas reformas legislativas, exitosas o no, y el gasto en infraestructura tan poco redituable, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto Felipe Ángeles.

Garantiza votos, pero encoje el potencial de desarrollo del país. Y esto va de la mano con la proyección de la personalidad presidencial en las relaciones exteriores.

Hay un aislamiento de México para participar en cumbres, reuniones de organismos y foros que es producto de la incomodidad que ha manifestado el Presidente de encontrarse con pares, con líderes que no estén subordinados a su enorme poder local.

Cuando tiene que hacerlo, como la cumbre de líderes de América del Norte, no puede evitar la proyección de sus sentimientos en ese acaparamiento del micrófono en la conferencia conjunta, por ejemplo.

La ausencia del dirigente electo de este país y su sustitución por subordinados en cumbres como del G-20, o la ausencia total del gobierno mexicano, como en el Foro Económico Mundial en Davos, empequeñecen a México ante el mundo.

Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, no solo participa en los foros internacionales sino que ahora mismo lucha para llevar a Rio de Janeiro la cumbre del G20. Gustavo Petro, presidente de Colombia, va a Davos, no con muchas propuestas, pero sí con ganas de integrase al mundo. Andrés Manuel López Obrador, no.

Empequeñecer a México a través de hacer dependiente a la población más vulnerable de las dádivas gubernamentales, porque esa es una estrategia política (dicho por el Presidente) o aislar a un país de la importancia de México del mundo, por la incomodidad de una sola persona, son daños profundos que le provocan al desarrollo del país.

No puede México, con su importancia mundial y necesidad de crecimiento, permitirse ser un país enano, del tamaño de sus administraciones políticas.