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Esta semana se juntaron dos hechos importantes previamente agendados, el inicio ayer del proceso electoral, que culmina con las elecciones presidenciales de junio del 2024, y la fecha límite, hoy, para presentar el Paquete Económico para el próximo año.

Claro, el proceso electoral inició de facto desde hace mucho tiempo. ¿Cuánto? Bueno, desde la designación presidencial de “las corcholatas” para adornar su papel de gran elector que concluyó el miércoles con la designación de Claudia Sheinbaum Pardo como la esperada abanderada del oficialismo.

Y, para no quedarse atrás, la oposición también les dio la vuelta a las leyes electorales con el proceso de designación de la responsable Nacional de la Construcción del Frente Amplio por México, que finalmente cayó de forma inesperada en Xóchitl Gálvez Ruiz.

Como sea, con el arranque formal del proceso electoral, ya no hay otro tema en la vida política nacional que no sea el relevo presidencial. Esto incluye que el actual mandatario, al que todavía le queda poco más de un año de mandato, no tendrá otra prioridad que encausar a su candidata hacia la victoria.

Y es ahí donde se cruza la otra fecha importante de la semana, la presentación del Paquete Económico por parte de la Secretaría de Hacienda al Congreso. Incluye los Criterios Económicos, la iniciativa de Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación. La promesa es que no habrá Miscelánea Fiscal, en unas horas lo sabremos.

El punto es que ese descaro que muestra el Presidente en su discurso mañanero a favor de su abanderada presidencial se va a mostrar en el gasto público. Dice la clase política mexicana, no sin algo de cinismo, que amor que no se demuestra en el presupuesto, no es amor.

Y Andrés Manuel López Obrador va a gastar a manos llenas, tanto lo que puede dictar a través del presupuesto, como lo que puede imponer que otros gasten.

Sí, porque ya está claro que va a ordenar otro incremento fuerte en los salarios mínimos, que básicamente implica una carga adicional para los empleadores. Y si en las mesas de negociación tripartitas de los mini salarios no están de acuerdo los patrones, seguro que una vez más se impondrán por voluntad presidencial gobierno y sindicatos.

Y de la carga en el gasto público, desde esta misma tarde quedará claro que los incrementos en las partidas a los programas asistencialistas tendrán una evidente intención electoral. La fórmula del oficialismo es muy fácil, ciudadanos con dinero, son electores para su causa. Aunque con el tiempo tal obligación presupuestal sea insostenible.

El margen para sostener ese mote de “finanzas públicas sanas” llega también al límite en el 2024. De hecho, durante julio pasado el déficit público tuvo un impresionante aumento de más de 100%, porque los gastos se dispararon mientras los ingresos se estancaron.

Hay varios focos rojos para las finanzas públicas del próximo año, la principal es el lastre financiero que es Pemex, pero también los conflictos comerciales con Estados Unidos. Una degradación crediticia, incluso antes de junio del 2024, puede provocar una crisis.

Si con el bastón de mando no se juega, con la salud financiera del país mucho menos.