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Ya lo dirá la historia, pero la cancelación de la construcción del Aeropuerto Internacional de Texcoco y la ampliación de la base militar de Santa Lucía para operaciones comerciales será una de las grandes pifias del régimen de Andrés Manuel López Obrador.

Si alguien sabe del daño económico que implicó esto, a lo que bien llamaron el error de octubre (en octubre del 2018 López Obrador tomó la decisión), es Carlos Urzúa, quien fuera el primer secretario de Hacienda de este régimen y a quien le tocó operar financieramente este capricho.

Urzúa recientemente avaló un estudio muy completo de este caso que hizo el economista Guillermo Woo y que tituló “Costos económicos y distributivos de la cancelación del aeropuerto de Texcoco”.

A los casi 400,000 millones de pesos de los costos contables se añaden los costos indirectos, como, por ejemplo, la pérdida de la confianza de los inversionistas, lo que superaría el billón de pesos.

Vamos es tan inoperante esta terminal aérea que ni siquiera el propio López Obrador ha hecho un solo vuelo de salida o llegada en esas pistas del lejano municipio de Zumpango, en el Estado de México.

Punto a favor de Marcelo Ebrard que le regaló la foto del Air Force One aterrizando hasta allá, aunque eso acabara con los amortiguadores de la bestia, el vehículo blindado de Joe Biden.

En medio de todas las medidas desesperadas para forzar el uso del llamado Aeropuerto Felipe Ángeles, como limitar operaciones en el aeropuerto de la capital del país o “convencer” a los ejecutivos de las líneas aéreas para que se lleven vuelos a Santa Lucía, el más reciente dictado de López Obrador sí podría funcionar.

Por decreto, con el sello de la casa, el régimen ordena que los 12,000 vuelos de carga anuales que recibe el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) sean trasladados al aeropuerto de Santa Lucía.

La infraestructura carretera, actual y prometida, que rodea aquella terminal de uso civil y militar puede resultar compatible con las operaciones de carga.

Puede, efectivamente, descongestionar las operaciones del aeropuerto de la Ciudad de México y definitivamente tiene espacio de sobra para la instalación a costos menores de toda la infraestructura aduanera, de almacenaje y logística para la carga.

Y sobre todo, puede darle un uso racional y rentable a un elefante blanco que está condenado a no tener mayor utilidad de por vida.

Implicará ver si realmente hay una coordinación de operaciones entre las terminales aéreas de Santa Lucía, Ciudad de México y Toluca para aumentar el tráfico aéreo en Zumpango.

También hay que ver si la pérdida de la categoría uno para la aviación, que justamente impide el ajuste de rutas con Estados Unidos, no involucra también los vuelos de aviones de carga.

Hay que recordar cómo se hizo esa terminal aérea. Todo partió de la idea y el diseño del constructor amigo del Presidente, José María Rioboó, y ya después vieron cómo ajustaban el tráfico aéreo.

Puede ser que el decreto de prohibir la carga en el AICM sea lo mismo, primero se da el manotazo para llenar a como dé lugar el elefante blanco Felipe Ángeles y ya después ver cómo le hacen para que ocurra.

Puede descongestionar las operaciones del aeropuerto de la CDMX y tiene espacio de sobra para la instalación de la infraestructura aduanera, de almacenaje y logística para la carga.