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En nuestra edición del 4 de marzo de este año –titulada ¿Viene otro Taper Tantrum?– hablamos de los riesgos asociados con un cambio brusco en las expectativas sobre el inicio y forma del proceso de normalización de la política monetaria tomando como ejemplo lo sucedido en el Taper Tantrum del 2013.

En aquella ocasión, el mercado reaccionó de manera negativa al sentirse sorprendido por la decisión de la Fed de anunciar una reducción en el monto mensual de inyecciones de liquidez. En aquel entonces, el anuncio del inicio del tapering provocó un fuerte repunte en las tasas de interés de largo plazo y detonó un ajuste en los mercados accionarios.

En concreto, entre abril y septiembre del 2013, la tasa del bono del Tesoro a 10 años subió de 1.66 a 2.94%, provocando dos caídas de 5% en el S&P 500, la primera en mayo y la segunda en agosto de ese mismo año.

El Taper Tantrum comenzó a disiparse en la segunda mitad del 2014, cuando diferentes miembros de la Fed enfatizaron un mensaje de tranquilidad a los mercados, argumentando que la política monetaria seguiría siendo altamente acomodaticia y que las tasas se mantendrían en cero por un tiempo adicional.

Para finales del 2014, la tasa del bono del Tesoro a 10 años ya había bajado a un nivel similar al que tenía previo al Taper Tantrum. En la actualidad, el anuncio de un nuevo proceso de tapering es inminente, como lo comentamos en la edición de Sin Fronteras del 5 de agosto.

Sin embargo, hasta ahora no hemos visto ninguna turbulencia en los mercados como consecuencia del inaplazable anuncio. De hecho, las tasas de interés del bono del Tesoro a 10 años han bajado de niveles cercanos a 1.6% en junio que comenzaron las primeras referencias al tapering a 1.25% al cierre de ayer.

Esta situación se ha dado a pesar de que en las últimas semanas ha crecido la expectativa de que la Fed anunciará un calendario de normalización de su postura monetaria tan pronto como en el Simposio de Jackson Hole, programado del 26 al 28 de agosto, o a más tardar en la reunión de política monetaria del 22 de septiembre.

Ayer (lunes), la cadena CNBC dio a conocer, sin citar fuentes, que la Fed está próxima a anunciar que el tapering comenzará en octubre o noviembre de este año y que podría concluir 10 meses después de su inicio. Aunque el mercado ya tenía descontado un anuncio en fechas próximas, muchos observadores pensaban que el inicio en la reducción en el programa de inyecciones de liquidez se daría hasta finales de este año o principios del 2022.

De ser atinada, la nota publicada por CNBC implicaría un adelanto de dos a tres meses en el inicio del tapering. Este posible adelanto, estaría relacionado a una creciente percepción dentro de la Fed sobre la necesidad de tener la opción de implementar las primeras alzas en la tasa de interés de referencia más temprano que tarde.

La Fed ha planteado una secuencia de pasos de normalización monetaria en la que la primera alza en la tasa de interés no ocurriría hasta después de la conclusión del tapering. Adelantar el inicio del tapering a octubre o noviembre le permitiría a la Fed tener la opción de comenzar a subir las tasas a mediados del 2022, en lugar de esperar hasta 2023 como contemplaba el dot plot que se publicó en las proyecciones macroeconómicas anexas a la decisión de política monetaria de la Fed de junio.

A pesar del inminente adelanto del taper, el temido tantrum como el del 2013 no está ocurriendo. Una razón detrás de este fenómeno es que la Fed parece estar haciendo un mejor trabajo de comunicación para preparar al mercado. La discusión sobre el tapering en los medios especializados comenzó desde junio así que nadie se podría dar por sorprendido cuando éste comience.

Adicionalmente, un proceso de tapering de 10 meses implicaría que la Fed reduciría el monto de dinero mensual destinado a la compra de bonos, que actualmente es de 120,000 millones de dólares, en 12,000 millones de dólares al mes hasta llegar a cero en 10 meses. Esto implicaría que la Fed aún inyectaría 660,000 millones de dólares al mercado durante el tapering.

Otra razón detrás de la ausencia de sobresaltos podría ser que los mercados entienden que el balance de riesgos de la Fed se ha inclinado hacia el lado de la inflación y que lo prudente es que la política monetaria se vaya ajustando de manera gradual y acorde.