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El fracaso del viaje a Washington no está en algún detalle de las crónicas del viaje: está en la creencia del presidente en que el 1.2 billón de dólares del T-MEC resolverá la crisis económica en que hundió al país desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco.

Porque el día que se escriba la versión mexicana de la eterna pesadilla latinoamericana de “cuándo se jodió el país”, se dirá que fue al cancelar una obra que ya tenía más de 100 mil millones de pesos invertidos de empresas mexicanas, muy pocas extranjeras.

Además, ese 1.2 billón será imposible de generar con un gobierno que cree que la IP es sólo la oligarquía de empresarios que cenó anoche en la Casa Blanca, mientras espanta en masa al resto, a la vez que enflaquece la mayor parte de la planta productiva nacional.

No: la profundísima crisis económica en que ha metido a México el populismo personalista del siglo 21, no será resuelta con el dinero de Trump ni con el de la oligarquía mexicana que cenó en la Casa Blanca. Se resolverá únicamente con inversión a pasto.

Esa oligarquía de ocho empresarios puede servir de caja chica al gobierno, gracias a las grandes y muchas obras públicas sin licitación que les otorgan. Pero es imposible que genere la inversión privada del 25 por ciento del PIB que necesita México para crecer.

Lo explica Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda de este gobierno:

“Si quieres crecer como país debes tener al menos una inversión del orden del 25 por ciento. En 2018 fue de 22.4, a razón de 3.3 pública y 19. 1 privada, tanto nacional como extranjera. Pero en 2019 cayó a 20.2 porque el gobierno tiene dinero y la inversión privada cayó por falta de confianza en el gobierno federal”.

A eso se agrega que a la oligarquía de la cena en la Casa Blanca le conviene lo que está ocurriendo: que la mayoría del empresariado se vaya por esa falta de confianza que menciona Urzúa. O sea, una 4T estilo ruso: convivir sólo con un grupo exclusivo de amigos ricos.

Lo explica mejor Urzúa:

“El estilo personal de gobernar del presidente es muy autoritario. No entiendo este discurso diario que es tan polarizante, tan maniqueo, que simplemente no le ayuda a un presidente en ningún lado, ni siquiera a Trump en Estados Unidos. En fin”.

Es decir: no hay T-MEC, ni oligarquía doméstica o caballo del trapiche campirano que salven una economía que desprecia y azota al grueso del sector privado, al mismo grueso sector privado del que depende el T-MEC para florecer.

El mismo T-MEC que obligó a un presidente de México a hacer campaña para Donald Trump