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¿Debería el gobierno de Andrés Manuel López Obrador cumplir con su promesa de campaña de bajar el precio de las gasolinas?

Sí, pero por las razones correctas.

Lo que debería hacer es dejar de manipular a la opinión pública con ese tema y asumir que los precios de estos energéticos se mueven de acuerdo con las condiciones del mercado, sin intervenciones fiscales para moderar sus precios.

Los precios de los energéticos, incluidas las gasolinas, podrían bajar de precio si la 4T deja de interferir en el proceso de apertura del sector energético y si tan sólo la ceguera ideológica no hubiera impedido que México firmara el acuerdo energético de América del Norte, podríamos estar en la antesala de un flujo más libre y a mejores precios de combustibles en la región.

Pero no, lo que tenemos es la promesa de que algún día tendremos la flamante refinería de Dos Bocas, en Tabasco, que será una muy mala broma.

Los precios de las gasolinas no deben bajar por decreto, no deberían tener subsidios fiscales, por más que en este país los impuestos que se pagan por esos combustibles son muy altos.

El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) que se cobra a las gasolinas se ha convertido en una tabla salvavidas para los ingresos públicos en estos momentos en que hay un estancamiento económico auto infringido por el propio gobierno y la recaudación de otros gravámenes no ha cumplido sus metas.

El subsidio, sea fiscal o directo, a los precios de las gasolinas es altamente regresivo porque beneficia a los que más las consumen, habitualmente concentrados en las clases sociales más altas.

Debería ser un agasajo para un gobierno que se dice de izquierda llegar al poder y encontrarse con que ya existe un impuesto que cobra más a los que más tienen. Pero como de lo que se trata es de mantener a los electores contentos, entonces llegan las suavizaciones tributarias con el IEPS.

Los efectos económicos que ha tendido el covid-19 (el coronavirus de Wuhan) han provocado una baja en los precios de los commodities, empezando por el precio del petróleo. Así, los precios de las gasolinas en los mercados han bajado hasta 15 por ciento.

Eso lo notan los consumidores de los países con mercados abiertos. La gasolina hoy en promedio en Estados Unidos cuesta el equivalente a 13.80 pesos por litro, costaba casi 15 pesos al inicio del año.

En México, en la medida en que bajan los precios de las gasolinas en el mundo, el gobierno disminuye el subsidio que aplica al IEPS por lo que para los consumidores la baja es imperceptible.

Estamos en el punto en que al menos la gasolina de más alto octanaje que se vende en México y el diésel ya no tienen esa subvención pública. Y así se deberían quedar.

Pero la 4T no se atreve a perder clientes electorales, por lo que prefiere perder ingresos fiscales antes que confrontar a los consumidores con la realidad de un mercado ineficiente de combustibles como el mexicano.