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Agustín Carstens, gobernador del Banco de México (Banxico), se dijo sorprendido de que la actividad industrial no hubiera despegado aprovechando la ventaja competitiva adicional que le aportaba una moneda tan castigada en su paridad frente a las divisas maduras, especialmente el dólar.

Él mismo explicó que la demanda global se había entrampado en una baja de la actividad económica.

Y es que en el balance de riesgos que presentó el banco central, la actividad industrial juega como una bisagra que lo mismo puede llevar al comportamiento económico mexicano a una baja más pronunciada o bien hacia un despegue hoy no visto.

Dice a la letra el más reciente informe trimestral del Banxico, en el apartado del escenario de crecimiento del Producto Interno Bruto de México (PIB), que una actividad industrial de Estados Unidos incluso menor de la esperada, podría implicar un riesgo.

Y abunda que esto podría ocurrir, por ejemplo, si el dólar continúa apreciándose, ante una mayor debilidad de la demanda mundial o como consecuencia de un mayor deterioro del precio de los energéticos.

En la misma hoja, en el mismo balance de riesgos, el banco central mexicano contempla el caso contrario que implicaría una virtud para la actividad económica.

Agrega el Banxico que una actividad industrial de Estados Unidos mejor a la esperada, de la mano de un ajuste más ordenado del tipo de cambio real, llevaría a un incremento significativo de nuestras exportaciones no petroleras.

De entrada, y sin discusión alguna, la suerte de la industria manufacturera mexicana depende casi por completo de la actividad industrial estadounidense, lo que debe también dejar una señal de alerta para el futuro económico de México si las intenciones presidenciales de Donald Trump no son frenadas.

Porque ahí está claro que ese extremista de derecha no se va a tocar el corazón para cerrar la frontera con un muro y el comercio con aranceles.

Pero de regreso en el papel de la industria no petrolera en lo que siga para la economía mexicana, sí está la esperanza en los banqueros centrales de que reaccione favorablemente para que nuevamente, como ya lo ha sido en el pasado, se convierta en un motor de crecimiento económico que ahora acompañe al creciente mercado interno que está en plena expansión; aunque también está latente la posibilidad contraria, que siga la actividad industrial lastrando el crecimiento.

Dentro de la revisión que hace el Banco de México, una excelente noticia es que no prevén que la inflación pueda salirse de los carriles tolerables por esta autoridad monetaria.

Está claro que se desvanecerá el espejismo de una inflación más cercana a 2%, pero también tienen en sus escenarios un incremento del índice general de precios que se mantenga, hacia finales del año, cercano a la meta de 3 por ciento.

Tanto en la expectativa de crecimiento económico como en la de inflación, el banco central le da un papel especial al impacto de las reformas estructurales.

El reporte hace de una manera tenue y cuidadosa la recomendación a la autoridad fiscal de continuar con el proceso de consolidación fiscal para transitar, expone, de manera eficiente y ordenada en un entorno externo con condiciones menos favorables.

Y, así en una pequeña línea, advierte el Banxico que esa actitud correcta de la autoridad fiscal podrá garantizar la sostenibilidad de la deuda pública, facilitaría hacia adelante que se mantenga la canalización de recursos al sector privado y que las tasas de interés no se vieran presionadas.

Disciplina o aumento en el costo del dinero, agrega el Banxico.