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En la última edición de Sin Fronteras abordamos el tema de un posible sobrecalentamiento de la economía en Estados Unidos y un posible repunte en la inflación como resultado de tres factores: I) la inminente aprobación de un nuevo paquete de estímulos fiscales de 1.9 billones de dólares (adicional a los 2.6 billones aplicados en 2020); II) una política monetaria sumamente expansiva (tasas cero, grandes inyecciones de liquidez y una mayor tolerancia a la inflación); y III) una mejoría sustancial en la crisis sanitaria como consecuencia de la aceleración del programa de vacunación.

La combinación de estos factores ha llevado a varios especialistas a incrementar sus expectativas de crecimiento para la economía estadounidense en este 2020.

En concreto, la más reciente encuesta trimestral de expectativas de especialistas levantada por el Fed de Filadelfia y publicada el 12 de febrero muestra una revisión al alza en el crecimiento esperado del PIB para el 2021 de 4.0 a 4.5 por ciento. Por otro lado, el presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, comentó ayer que la economía podría crecer 5% en este 2021 y añadió que dicho pronóstico podría subestimar la fortaleza de la recuperación. En este contexto, el debate sobre un posible repunte en la inflación, ausente por más de una década, se ha intensificado.

Por un lado, hay quienes apuntan a lo sucedido en la década posterior a la Gran Recesión cuando la inflación brilló por su ausencia a pesar de los augurios de muchos especialistas que apuntaban a la gran vorágine de estímulos monetarios y a los crecientes déficits fiscales como presagios claros de inflación una vez que las economías entraran en una fase de recuperación.

Por otro lado, hay quienes resaltan las importantes diferencias entre la recesión del 2008-09 y la del 2020. Aunque las medidas de estímulo monetario de la Fed en la actual crisis siguen el manual de la Gran Recesión del 2008-09 en versión corregida y aumentada, la respuesta fiscal en EU a la crisis actual ha sido de mucho mayor magnitud a la de la Gran Recesión. El monto del estímulo fiscal actual (incluyendo la porción pendiente de aprobación) es casi cinco veces el monto del paquete fiscal del 2008-09.

La Gran Recesión fue provocada por la gestación de una burbuja de endeudamiento que mantuvo los niveles de consumo artificialmente altos y que al reventar devastó al sector financiero y al inmobiliario, arrastrando a toda la economía y deprimiendo el consumo y la inversión.

Esta situación contribuyó a que, la velocidad de desplazamiento del dinero fuera muy lenta y que la inflación brillara por su ausencia a pesar del gran incremento en la base monetaria. En contraste, la crisis actual se da por un parón súbito de la actividad económica por razones totalmente exógenas.

A diferencia del 2008, la economía de EU se encontraba en un buen momento, cerca de pleno empleo, con un sistema financiero bien capitalizado, y con niveles aceptables de endeudamiento del sector privado.

Esta situación hace pensar que la velocidad del dinero se recuperará mucho más rápido que después de la Gran Recesión y que la ausencia de inflación que vimos después de la crisis del 2008-09 no se repita una vez que la demanda agregada y el empleo aceleren su recuperación. El reciente repunte en los precios de algunos bienes (alimentos y combustibles) se ha visto contrarrestado por la caída en los precios de los servicios (transporte, hospedaje, servicios médicos, etc.)

Sin embargo, los precios de los servicios podrían repuntar conforme la actividad económica se vaya normalizando. Esta expectativa de una mejoría en la economía y una mayor inflación —que podría rebasar la meta de 2.0% de la Fed antes de lo esperado— se ha traducido en un importante repunte en la tasa que pagan los bonos del Tesoro a 10 años, tema que abordaremos en la siguiente edición de Sin Fronteras.