Elecciones 2024
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El martes hubo una convocatoria de la Presidencia a periodistas y comunicadores para informarles del estado de la reconstrucción después de los sismos.

La reunión empezó poco después de las 11 y terminó poco antes de las 2 de la tarde. La información de los trabajos del gobierno federal fue precisa y actualizada. Luego se abrió el micrófono a los periodistas, sin limitarlos a preguntar sobre los sismos, y el asunto tomó el rumbo de una conferencia de prensa en la que saltaron otros temas, como el de la fiscalía, la sucesión, los tiempos de la batalla electoral y si estaba presente en la sala, junto a Peña Nieto, el futuro candidato presidencial del PRI.

Estaban presentes, dando información sobre su trabajo en la reconstrucción, Aurelio Nuño, José Narro, Miguel Ángel Osorio Chong, José Antonio Meade, Rosario Robles y María Cristina García Cepeda. Y los secretarios de la Defensa y la Marina. El Presidente respondió a todo lo que le preguntaron, incluso a lo de los candidatos diciendo, con obligada malicia, que a esto último no respondería.

No vi en el acto lo que Leo Zuckermann describió en su columna de Excélsior del día siguiente, pero su visión de lo sucedido me pareció penetrante y certera desde el título: El Presidente está listo para la pelea. Es decir, con ánimo para jugar sus fichas en la sucesión presidencial y ganar con su candidato, con su partido, con sus alianzas, con su estrategia.

Mi lectura del acto fue la de Enrique Quintana, director de El Financiero, quien lamentó en su columna del día siguiente que este ejercicio de conversación con los medios no haya sido más frecuente.

Los comunicadores de Los Pinos han desperdiciado todos estos años uno de los instrumentos de comunicación más eficaces de cualquier Presidente: el trato en corto, la conversación directa con los medios.

No la compra, la coacción, la amenaza o la censura, como acaba de darse con Leonardo Curzio, María Amparo Casar y Ricardo Raphael, sino la conversación, la persuasión, la pedagogía, el intercambio de información privilegiada que tiene un jefe de Gobierno.

Eso hizo Peña Nieto, moderadamente, ante un auditorio de periodistas el martes pasado. Creo que hay evidencia absoluta, por la reacción favorable de la  prensa, de que es lo que debió hacer durante todo su sexenio y lo que debería hacer en lo que resta de él.

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