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LIC. JESÚS RAMÍREZ CUEVAS,

COORDINADOR DE ASESORES,

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA:

En la mañanera de ayer, la presidenta Claudia Sheinbaum salió a defender la baja participación en las elecciones de jueces con un argumento muy malo, caray. Declaró que los votos emitidos el domingo son poco más que los sufragios recibidos por la oposición en las elecciones de 2024; pues sí, justamente ese es el problema. El PRI y el PAN tienen pocos votos y por tanto poca representatividad ante la totalidad del electorado. Siguiendo esta línea, resultaría que los 13 millones de ciudadanos que sufragaron el 1º de junio son pocos para respaldar una reforma que más que del Poder Judicial, lo es de todo el régimen político en el que vivimos.

La mandataria nos ha repetido que somos el país más democrático del mundo porque pudimos -aunque la gran mayoría se negó- elegir jueces. Pues depende de lo que se entienda por democracia, Jesús. Tal parece que la 4T se acoge de manera algo retorcida al modelo de la democracia formal, la cual “se caracteriza por mecanismos y métodos universales de procedimiento, con los cuales se pueden tomar decisiones de diferente contenido”, según nos ilustra Norberto Bobbio.

El problema es que la 4T ha hecho de los procedimientos lo que le ha venido en gana bajo el argumento de que el pueblo lo aprueba, a mano alzada, pero lo aprueba. El voto mayoritario del pueblo puede dar a la 4T un cheque en blanco para que construya la carretera X donde juzgue conveniente, pero no se lo ha dado para derruir las instituciones. Lo cierto es que no hay un verdadero debate ni formación de consensos alrededor de las decisiones, Jesús; las minorías simple y llanamente no cuentan para nada.

Pero no nos entretengamos en discusiones politológicas.

No creo que México sea el país más democrático porque, como diría McPherson, un régimen democrático es aquel que “provee las condiciones para el pleno y libre desarrollo de las capacidades humanas esenciales de todos los miembros de la sociedad”. No todas nuestras carencias son culpa de la 4T, muchas vienen de atrás, pero ocurre que con MORENA los déficits se han incrementado por más programas sociales que haya.

¿De qué sirve a un adulto mayor recibir su pensión del Bienestar si en su clínica no hay medicamentos? ¿De qué sirve una beca para los estudiantes si el sistema educativo se ha empobrecido todavía más? ¿De qué sirve el aumento al salario mínimo si el IMSS-Bienestar no funciona?

Un país no puede ser democrático cuando el crimen organizado expolia prácticamente todas las actividades productivas y no hay manera de enfrentarlo. Un país no puede ser democrático cuando la lucha por el poder se da en medio de balazos y asesinatos; recordemos el nivel de violencia de las últimas dos elecciones federales y más recientemente los sucesos de los comicios de Veracruz. Un país no puede ser democrático cuando el grupo gobernante agandalla o compra la mayoría calificada en el Congreso, como si las minorías no existieran, y cuando por casualidad les echa un ojo es para insultarlas. Un país no puede ser democrático si las organizaciones de la sociedad civil son objeto de un trato peyorativo y descalificador.

México no es el país más democrático si se permite a una minoría de maestros extorsionar -¿o cobrar la factura?- a la autoridad y abandonar la educación de los niños menos favorecidos, so pretexto de que aquí “no se reprime a nadie”. México no es el país más democrático si la corrupción de los amigos no sólo prevalece, sino que cuando es descubierta los funcionarios son protegidos con el manto de la impunidad. México no es el país más democrático si cada decisión que se toma implica la destrucción de una institución y no se reemplaza con algo mejor y seriamente reflexionado, sea el sistema de salud, la política educativa, los órganos autónomos o el Poder Judicial.

Lo más grave de la autocomplacencia de la 4T como gobierno supuestamente democrático es que no ha sido claro en los valores que persigue, Jesús; solo nos ha llenado de frases de agudos sounbytes y muchas posverdades. Decir que México es el país más democrático del mundo es igual a decir que nuestro sistema de salud es como el Dinamarca.

Pensé que todas estas exageraciones populistas se acabaría con la llegada de la doctora Sheinbaum, pero no, han calado fuertemente en toda la clase morenista, como si don Andrés nunca se hubiera ido; tal vez porque nunca se ha ido y sigue ejerciendo su poder mesiánico.

La 4T dice ser el gobierno del pueblo y tal vez lo sea, pero no es un gobierno para el pueblo.

Con la colaboración de Upa Ruiz

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