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Después de un repunte importante en enero y febrero de este año, el precio del oro ha caído a un nuevo mínimo para los últimos cinco años.

El precio del oro se cotizó brevemente el lunes por debajo de 1,100 dólares por onza por primera vez desde principios del 2010. Después de alcanzar un máximo histórico de 1,900 en septiembre del 2011 y mantenerse en un rango entre 1,500 y 1,800 dólares hasta abril del 2013, el oro ha experimentado una caída prácticamente ininterrumpida en la que ha perdido más de 40% de su valor.

Como mencionamos hace unos meses, el oro se encuentra claramente en un bear market que, de acuerdo con los expertos, está lejos de terminar. Para varios observadores, el valor por onza del oro podría romper el soporte de los 1,000 dólares este mismo año e inclusive podría regresar hasta 800 dólares que representa el nivel máximo alcanzado en el periodo precrisis de 1997-2007.

Al igual que todos los commodities, el precio del oro está determinado por la oferta y la demanda. Sin embargo, en el caso del oro y de otros commodities con procesos de exploración y extracción largos, la oferta es bastante menos dinámica que la demanda y es en realidad esta última la que juega un papel más determinante en el precio.

La demanda de oro depende de diversos factores que no necesariamente tienen el mismo peso en un momento dado. A diferencia de otros commodities, el oro es principalmente un activo financiero, ya que sus usos industriales son mucho más limitados en comparación con otros metales y materias primas.

El oro durante muchos años fungió como depósito de valor, unidad de cuenta y medio de intercambio, pero hoy en día es principalmente un depósito de valor. El oro, a diferencia de otros activos financieros, no genera intereses e históricamente ha sido demandado por su función como activo refugio.

El oro ha sido refugio en momentos de alta inflación, en momentos de crisis en los sistemas bancarios, en momentos de crisis en los mercados financieros y en momentos de crisis geopolíticas.

En la actualidad, la demanda de oro ha disminuido significativamente ante la evidencia, cada vez mayor, de que la recuperación económica en Estados Unidos va ganando consistencia y que el mercado asigna cada vez una menor probabilidad a los escenarios más catastróficos para la economía global.

Asimismo, la ausencia de inflación en las principales economías del mundo y los recientes acuerdos nucleares con Irán han disminuido la percepción de riesgo a nivel global. Pero sobre todo, el fortalecimiento del dólar impulsado por la recuperación económica y la inminente normalización de la política monetaria en Estados Unidos ha disminuido la demanda de oro como moneda de reserva.

Entre el 2008 y el 2012 —periodo en el que el oro subió de 750 a 1,800 dólares por onza— la demanda de oro se incrementó fuertemente, debido al experimento de política monetaria expansiva más grande de la historia por parte de la Fed y el deterioro en las finanzas públicas de Estados Unidos. En este lapso, el dólar perdió atractivo como moneda de reserva y se depreció considerablemente contra el euro y casi todas las monedas emergentes.

hoy en día, estamos viviendo un proceso de reversión de esta tendencia en la que el dólar ha recuperado fuerza como moneda de reserva. Aunque cualquier sobresalto en el entorno global seguramente provocará cierta migración a activos con características defensivas como el oro, por el momento se ve difícil que el oro tenga un rebote importante en el mediano plazo.