La segunda vuelta en la elección presidencial parece estar en el interés de todos. La fragmentación del voto podría implicar que quien gane la Presidencia en 2018 no alcance ni siquiera 30 por ciento de los votos. Con una segunda vuelta tendríamos un Presidente con mayor legitimidad y fuerza para gobernar. Cualquiera que aspire a … Continued
La segunda vuelta en la elección presidencial parece estar en el interés de todos. La fragmentación del voto podría implicar que quien gane la Presidencia en 2018 no alcance ni siquiera 30 por ciento de los votos. Con una segunda vuelta tendríamos un Presidente con mayor legitimidad y fuerza para gobernar. Cualquiera que aspire a ganar la Presidencia debería interesarle este cambio. Pero no es así.
Es cierto, como dice Jorge Castañeda, que la segunda vuelta no condena a nadie a la derrota (MILENIO, 28 de noviembre de 2015). Pero aunque no condene a nadie, me parece que sí hay razones por las cuales el PAN la apoya mientras que el PRI y Morena la rechazan.
De entrada, en un escenario de voto fragmentado, el 30 por ciento que el PRI ha logrado en elecciones recientes podría asegurarle la victoria. Morena no ha mostrado esa fuerza, pero seguramente está apostando a tenerla con López Obrador, sobre todo si logra desfondar al PRD. Para ninguno de ellos tendría sentido una segunda vuelta, en la que no se sabe quién se acabará aliando con quién.
Pero la clave está en la asignación de segundas preferencias. El promedio de todos los careos de la más reciente encuesta de Consulta da los siguientes porcentajes efectivos de preferencias presidenciales: PRI, 29.3; Morena, 28.5; PAN, 22.4, y PRD, 19.8. Esto implica que habría más de 40 puntos porcentuales por asignar a los dos punteros en una segunda vuelta: PRI-PAN, PRI-Morena o PAN-Morena.
Para asignar esos puntos podemos tomar la matriz de segundas preferencias de otra encuesta de Consulta (mayo de 2015). Aunque esa encuesta se hizo en el contexto de la elección para diputados federales, claramente indica que el PRI captaría menos votos en una segunda vuelta que el PAN o Morena. Los electores de estos partidos se transfieren mucho más entre sí que hacia el PRI.
La situación de Morena no es tan mala, pues en una segunda ronda obtendría muchos de los votos del PRD. Pero el problema es que, si nos guiamos por la encuesta, el PAN captaría la mayoría de los votos del PRI, que seguramente serán más que los que deje el PRD. El PAN sería el más beneficiado por esta transferencia de votos.
Nada está escrito para 2018. Pero si los partidos tienen datos similares a los de Consulta, el “no” del PRI y de Morena a la segunda vuelta tiene tanta racionalidad como el “sí” del PAN.