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Las devaluaciones son huérfanas, pero la ligera apreciación que ha tenido el peso frente al dólar durante las últimas semanas ha encontrado una lucha de paternidad impresionante.

No hay discurso, reporte o comparecencia de alguna autoridad financiera mexicana que se respete que en estos días no argumente que las medidas preventivas asumidas en materia fiscal, monetaria y cambiaria fueron las que ayudaron a regresar al peso de aquellos niveles de terror cercanos a 20 por 1 dólar, a los actuales de espanto de 18 por uno.

Claro que cuentan las medidas que permitan elevar la confianza en la economía mexicana, no hay duda de que elevar el rendimiento retiene capitales de portafolios y sin discusión que ponerle un freno a la especulación profesional fue determinante para salvar al peso de las fauces en las que ya se había metido.

Pero hay un factor adicional que ha tenido influencia directa en la cotización del peso frente al dólar y ése ha sido la notable recuperación de los precios internacionales del petróleo.

A la moneda mexicana se le ha vinculado, quizá de manera excesiva, a la cotización de la mezcla mexicana de exportación, en buena medida porque las finanzas del país siguen amarradas a este ingreso. Aunque también en honor a la verdad es ya inferior esa correlación.

Lo cierto es que mucho tiene que ver el promedio del petróleo mexicano en 18.90 y los dólares a 19.40, como ahora los barriles de petróleo a 30 y los dólares a 17.80.

No hay nadie en este mundo que pueda presumir tener claridad sobre el comportamiento de los precios del petróleo, porque depende de algo más que buenas matemáticas financieras para calcular sus precios futuros.

El factor humano está presente al momento de tener la corazonada de que la reunión que tendrán algunos productores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y algunos externos, de finales de este mes, habrá de funcionar para congelar la producción.

Hay en estos momentos múltiples lecturas en torno a lo que habrá de suceder con el precio del petróleo en las semanas y meses por venir.

Algunos analistas, cercanos a los países impulsores de los acuerdos de restricción, creen que se pueden lograr niveles de equilibrio cercanos a los 50 dólares por barril en los precios de los dos indicadores petroleros más relevantes: el West Texas Intermediate y el Brent del Mar del Norte.

Esgrimen que los efectos financieros y económicos de la baja de los precios del crudo los llevarán a acordar un límite en la producción en los niveles actuales.

Otros expertos, cercanos a los mercados financieros donde se hacen redituables operaciones con los futuros, anticipan una nueva caída y fuerte de los precios ahora ligeramente recuperados.

Los argumentos de estos expertos tienen que ver con la excesiva acumulación de inventarios de los países consumidores, con los niveles tan altos donde se pretende congelar la producción y la falta de un crecimiento sostenido de la demanda que más bien se sigue contrayendo.

Este comportamiento desconocido del precio de petróleo habrá de condicionar la cotización del peso frente al dólar. Sólo que nadie sabe en qué dirección podría ir la futura corrección cambiaria.