Minuto a Minuto

Nacional Un viaje con dignidad
          Solo hago cuentas políticas sin comparar, porque ya sé que no le gusta, de las diferencias de tiempos, espacio, condiciones y personalidad: de la indignidad del apoyo a aquella frustrada reelección, al encuentro, puedo decir, entre iguales, aunque por la disparidad de países, parecería imposible
Ciencia y Tecnología Espectáculo esta noche con una superluna llena que alcanzará su máxima altura sobre el horizonte
Lo que hace a esta “Luna Fría”espectacular, es que será la más alta del año en el cielo del hemisferio norte
Entretenimiento Silvana Estrada asombra en presentación con Jimmy Kimmel al cantar ‘Dime’
Silvana Estrada se presentó en Jimmy Kimmel Live con el tema 'Dime', de su álbum 'Vendrán suaves lluvias'
Internacional Trump y la primera dama encienden el árbol de Navidad de la Casa Blanca
Trump y Melania encendieron el árbol de Navidad de la Casa Blanca, y Trump afirmó que la religión vuelve a EE.UU. mientras elogió a las fuerzas federales
Nacional Sismo de 3.4 sacude Montemorelos, Nuevo León
Esta noche del 4 de diciembre el Sismológico Nacional registró un sismo en Montemorelos, Nuevo León, a las 19:51 horas

Alejandro Fernández protagonizaría el filme Zapata. Una revista de Estados Unidos concertó una exclusiva, y me contrató para que fuera a entrevistarlo al rancho Los tres potrillos. El cantante me recibió él solo, en el pórtico.

Alejandro Fernández tenía 33 años y estaba en forma. Llevaba botas, blue jeans y camisa negra; tocado con un sombrero oscuro. Expedía salud, riqueza, fuerza. Y simpatía. De pronto señaló su cabeza y dijo: “Mira, de Sonora a Yucatán, sombreros Tardán”.

Recorrimos la hacienda en su camioneta, una Mercedes Benz de color negro. “Vamos a escuchar buena música ¿no?”, dijo. Y colocó en el aparato de CD su disco Orígenes. Tarareaba las canciones y seguía el ritmo, con golpecitos de dedos en el volante.

–¿Te escuchas mucho a ti mismo? -le pregunté.

–No. De verdad que no, salvo antes de conciertos. Escucho música de otros. Oigo mucho a Silvio Rodríguez: es mi cantante favorito.

Atravesamos brechas, entre potreros cercados con alambres de púas. Y empezó a cantar Tantita pena. Quería explicar algo, porque con la mano izquierda me mostraba unas extensiones con vacas y caballos. Pero el canto le ganaba a la palabra.

Sólo dejó de cantar, y detuvo el coche, frente a un prado con caballos del tamaño de un perro pitbull. “Es una raza que mi papá ha criado desde hace años para que sean únicos -dijo-. Aquí los llamamos caballos miniatura, pero la raza original de llama Falabella”.

Volvimos a subir al coche y, un par de kilómetros después, llegamos a un henil. Allí habían transcurrido momentos inolvidables de su más temprana infancia: “Saltaba sobre aquellas las vigas hacia el heno; imaginaba que descendía en paracaídas, desde un avión”.

Me cayó bien Alejandro Fernández. Como un escolar sencillo, miraba sobre mi hombro cuando yo tomaba notas de sus palabras, o describía el entorno. Comimos en una cabaña de piedra. Nos sirvieron carne de ternera y ensalada, su plato preferido.

Antes de irnos de la cabaña, se detuvo frente a un espejo para atusarse el bigote estilo Emiliano Zapata, que se dejaba crecer para actuar en la película. Acabó de acicalarse y dijo: “A que soy guapo, amigo”. Y soltó una carcajada gloriosa.

Al atardecer, Alejandro Fernández tenía que entrenar acrobacias de Zapata en su caballo Villita. El ocaso ribeteaba la pradera de tonos púrpura y rojo. Nos despedíamos en una vereda, cuando un gallo amarillo pasó junto a nosotros, y él lo agarró.

Alejandro Fernández acariciaba el lomo del gallo; mientras me decía algo que no recuerdo. De súbito, el gallo cantó en sus manos. Él se asustó con el cacareo. Le dio un zape al gallo; y exclamo festivo:

“Cállese, cabrón, que aquí el que canta soy yo”.