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El coronavirus está poniendo de cabeza al mundo entero por sus impactos en la salud y en las economías. El consenso entre los epidemiólogos es que además de ser muy contagioso, afecta desproporcionadamente a las personas de mayor edad y podría acabar cobrando la vida de cientos de miles de personas en este año.

Con todo, todavía hay quienes no ven la gravedad de la pandemia. Las encuestas en nuestro país muestran que la gente no está muy preocupada por el tema. Tanto así que decenas de miles de jóvenes acudieron el fin de semana al Vive Latino, donde compartieron horas de sudor y aliento.

Si bien los jóvenes son menos vulnerables frente al coronavirus, creo que es momento de pensar no tanto en nuestras fortalezas, sino en las debilidades potenciales de quienes nos rodean, y considerar el riesgo en el que ponemos a otros si tomamos a la ligera esta pandemia.

El caso de la “paciente 31” en Corea del Sur es muy ilustrativo: por semanas este país pudo contener el brote en 30 personas bien identificadas; sin embargo, bastó una no identificada que acudió a hospitales y servicios religiosos para que, en cuestión de días, estallara la cifra de infectados.

El gobierno tiene una enorme responsabilidad en esta coyuntura. En nada ayudan mensajes como el que la Conade subió momentáneamente el domingo en su cuenta de Twitter para afirmar que el Covid-19 no es grave ni nos pone en situación de emergencia.

Entiendo que el presidente se sienta obligado a estar cerca de la gente, pero me parece que las reuniones masivas lo ponen en riesgo y no empatan con el mensaje de distanciamiento social del subsecretario López-Gatell. El presidente tiene a su favor una legitimidad que, llegado el momento, le permitirá tomar medidas difíciles pero necesarias.

Los medios también cargan una gran responsabilidad. Es inevitable el tráfico de información falsa en las redes. Y si bien los medios profesionales no están exentos de errores, las exigencias a las que deben sujetarse, le dan otro peso a su información. No es momento de ganar la nota, pues una fake news se vuelve tan dañina y reprobable como útil y necesaria es la información veraz que ahora se requiere para transitar este momento de zozobra.