Elecciones 2024
Elecciones 2024

La semana pasada inició lo que podría ser una nueva temporada de videoescándalos. Por supuesto, lo que más importa es que los asuntos tomen un cauce judicial. Es un hecho, sin embargo, que los videos serán políticamente centrales en el debate entre partidos y seguramente acompañarán el proceso electoral de 2021.

Aunque los actores políticos asumen que estas revelaciones sacuden a la opinión pública, las encuestas sugieren que la gente se rige por preferencias políticas ya determinadas. En gran medida, todo depende del color del cristal con que se mira, sobre todo en un contexto de polarización, donde los posicionamientos parecen haber quedado congelados.

Entre los efectos de un mundo dividido en dos campos están las posiciones definidas, los sentimientos intensificados y la percepción de todo a partir de ese choque de posturas. Hoy, el factor decisivo en las evaluaciones políticas es la aprobación presidencial. Así se vio, por ejemplo, con el viaje del presidente López Obrador a Estados Unidos. Según una encuesta de Consulta, entre los simpatizantes del Presidente, las respuestas positivas fueron casi unánimes, no así las de quienes no manifiestan ese apoyo.

Lo mismo pasa con los videos. De acuerdo con otro estudio de la encuestadora, mientras 100 por ciento de quienes expresan una opinión y están de acuerdo con el Presidente considera que el video del caso Lozoya es más grave, 94 por ciento de los que no están de acuerdo, considera peor el video de David León y el hermano del Presidente. La polarización es casi absoluta y lo que define las posiciones es la aprobación presidencial.

Esto sugiere que los impactos en la opinión pública y en las preferencias electorales podrían no ser tan grandes como se asume. Son muy pocos los que cambian de punto de vista; las revelaciones más bien refuerzan posturas ya definidas.

Si bien la aprobación presidencial no es inmutable, lo que hemos visto desde que empezó la pandemia es que, aun en entornos muy complicados, las variaciones han sido mínimas. Y mientras eso sea así, un poco más de la mitad de la gente evaluará la política de una manera, y un poco menos lo hará exactamente en forma contraria, sin importar mucho lo que se vea o se discuta.