Elecciones 2024
Elecciones 2024

Durante horas me sumergí en cientos o miles de imágenes buscando la indicada para cerrar esta semana. Encontré una amplia selección de la invasión al Capitolio de distintos y grandes fotoperiodistas, sin embargo, me remitía a la política norteamericana y su imprevisto golpe al orden y a la democracia.

Los innumerables casos de Covid continúan paralizando al mundo, en particular a los de nuestro continente, Brasil superó los 8 millones de casos de contagio, nuestro país sigue abatiendo récord y los hospitales se han saturado a tal punto de tener a pacientes en fila en los pasillos o en donde sea.

Busqué algo esperanzador, una fotografía que nos diera a usted y a mí un respiro, un intervalo de aire entre lo que vemos, escuchamos y leemos.

Con las mayores ganas de encontrar algo que nos uniera la normalidad en nuestros pensamientos, no lo logré.

El constante encuentro con la muerte - el-constante-encuentro-con-la-muerte
Foto: EFE.

Como fotógrafa, no solo por tomar la cámara y capturar lo que esté a mi alcance visual signifique que lograré transmitir algún tipo de emoción o emitirle algún recuerdo, lo mismo sucede a la hora de seleccionar una imagen. Cuando lo hago es porque fue capaz de capturar mis sentidos y el propio mecanismo de lectura que me produce ver en los cuerpos, maneras de vestir, de mirar, de hablar y podérselos traducir.

Por lo tanto, caí en cuenta que la mayor parte de mi búsqueda me llevaba a la muerte, a cuerpos de hombres y mujeres que están al borde de el gran después, como lo describiría Disney en su película de Soul.

Cuerpos de hombres y mujeres que están por dejar de respirar, que batallan para hacer algo tan automático que todos los días hacemos, inhalar y exhalar. Están en camas de hospital o en las de su casa, quizá muchos con la esperanza de que pasará al tomar la receta que le pasó la comadre, la tía, la abuela, el internet o la cadena por whatsapp, mientras que otros se han perdido en un sueño profundo en donde solo escuchan palpitares constantes en sonidos repetitivos de sus propios respiradores.

La muerte nos ha apremiado de distintas maneras en estos últimos meses, la cantidad de feminicidios, violencia en las calles, las riñas entre narcos, los asaltos a mano armada, los descuartizados y las y los desaparecidos.

El Covid19 vino a pararnos en seco para estar del tú a tú con la muerte, con la calamidad y la desconfianza.

De marzo del 2020 a hoy hemos visto incontables imágenes de bolsas de plástico, de cuerpos cremados, de hombres y mujeres sobre las camas de hospitales y de otros tantos que perdieron la batalla en la sala de su casa, en su recámara y hasta en el interior de su coche.

La muerte como el último eslabón de la vida, el desenlace de nuestra historia, el fin de cualquier esperanza y apertura de luz.

Así es como apareció esta imagen, donde aparece un hombre que junto con otros ocho fueron atacados por un comando armado mientras se encontraban en un velorio.

Todos muertos, regados en el piso y a la vista de todos. Más allá de la información que coloca al estado de Guanajuato como el que más homicidios dolosos concentra en nuestro país y que tan solo a ocho días del presente año ya suma dos masacres.

Vemos a la perito con su traje de trabajo, casi como el del personal médico que se encuentra trabajando sin descanso en los hospitales. Un cuerpo tirado sobre una banqueta, frente a la fachada de una casa con dos ventanas, un poste de luz, y una sombra que pareciera señalarnos que allí yace un cuerpo sin vida.

La muerte como un estado en el que todos deseamos que sea en paz, en silencio, y en intimidad. Esos pequeños instantes en donde la mirada pareciera perderse y los soplos de respiración se alargan tanto que pareciera que nos haremos eternos.

La muerte como esa última pieza, en donde no nos queda nada mas que soltar las ganas, los miedos y los recuerdos. Las últimas sonrisas, las palabras de despedida, la cercanía de los que queremos, los perdones inconclusos para terminar y poner el fin.

En cambio, lo que más hemos visto son cuerpos que han muerto ante los ojos de desconocidos, en soledad, en la desconfianza de quienes los observan, en la incorrupta violencia, en la omisión de sus seres queridos.

Nunca antes habíamos atestiguado tantas muertes, ni tampoco habíamos hablado tanto de ella, porque todos los días nos enteramos de quienes no ganaron la batalla en los hospitales, de las mujeres que no volvieron más a sus casas, de los que estaban metidos en malas costumbres.

Así la muerte también nos inspira vida y una ligera conciencia de cuidarnos del virus, de la inseguridad y de permanecer lo más posible con los nuestros.

Entonces es aquí cuando creo que encontré la fotografía adecuada para reflexionar en esta noche de viernes y cerrar semana.  ¡Cuídese!