Elecciones 2024
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Tampoco es que, en unos hipotéticos comicios libres en Venezuela, gane en automático la oposición: sólo con esperanza y libertad, es difícil vencer 20 años de clientelismo en la mente de millones de personas que dejaron de observar el trabajo individual como fuente de todo bienestar.

De ahí que, si la dictadura cae, el gran reto de la nueva Venezuela sería la solución del estado de decrepitud de las instituciones, del tejido social y la desastrosa crisis que provocó que la supervivencia de los ciudadanos dependiera por años y años de las dádivas del gobierno.

Porque la estructura de clientelismo político que enraizó el chavismo aún tendría cuerda para imponerse en unas elecciones: sólo necesitaría un candidato idóneo para el nuevo tiempo y apoyo de sus aliados para mantener los flujos de dádivas que lo hicieron invencible.

No se puede olvidar que el 17.27 por ciento de los venezolanos tiene 15-24 años: nació con el chavismo o adquirió la conciencia con el chavismo. Y que el 40.4 por ciento tiene 25-54 años: eran niños o muy jóvenes en el culmen del chavismo.

Disfrutaron del programa Barrio Adentro (centros médicos ambulatorios gratuitos en los barrios, atendidos por médicos cubanos) o del Mercal (centros de distribución de alimentos baratos en los barrios). Sólo dejaron de disfrutarlos, cuando el gobierno quebró y no tuvo más recursos.

Y quebró por el enquistamiento enfermizo de Maduro en el poder, empujando por la urgencia de sus mentores cubanos de mantener el flujo de petrodólares y 100 mil barriles diarios de crudo, sobre todo cuando Trump frenó el deshielo del embargo a la isla iniciado por Obama.

La gestión económica de Maduro resultó tan incompetente, como la de sus mentores caribeños, y la figura del inquilino del palacio de Miraflores (antes, Chávez; después, él) perdió el encanto de papá protector que generó millones de seguidores al chavismo.

Pero tan es real que el clientelismo funciona para asegurar años en el poder, que el régimen de la 4T ya tiene censados a 22 millones de mexicanos para integrarlos a sus múltiples y millonarios programas sociales de reparto gratuito de recursos económicos.

La idea es crear una base de datos de los ciudadanos absolutamente confiable para que sea utilizada no sólo para la llegada de las dádivas a sus destinatarios: también para que éstos sean perfectamente localizables en usos diversos.

Pero no ha existido gobierno basado en el clientelismo político, capaz de soportar la presión del barril sin fondo en que se convierte el populismo como sistema de vocación estatista, que frena la inversión extranjera y la libre empresa, desprecia las mediciones y tiene sus propios datos.

Y porque sus líderes se entusiasman, muy frecuentemente, con las tentaciones totalitarias de ser la voz única.