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El cierre temporal del campus Nuevo Laredo de la Universidad del Valle de México (UVM) solo muestra que el tema de la extorsión, los secuestros  y la presencia de la delincuencia organizada no ha podido ser combatido en Tamaulipas.

Pareciera una aberración pero empresarios que desarrollan su actividad en la región norte que viajan desde Monterrey hacia la frontera deben rodear caminos e incluso utilizar carreteras de Estados Unidos para conectarse entre Piedras Negras o Nuevo Laredo con Matamoros o Reynosa. El alto riesgo de asaltos, secuestros y homicidios está presente.

Se vive con la posibilidad constante de que eso ocurra y, por ello, lo mejor es tomar precauciones ante la notable falta de respuesta de las autoridades de gobierno y policiacas que saben lo que sucede pero no han podido atenderlo. Nuevamente el dilema: ¿hay omisión en el ejercicio de la autoridad?

Las ciudades fronterizas de Tamaulipas son ruta del narcotráfico en las que han proliferado grupos delincuenciales producto de divisiones o golpes a los cárteles. Por ello han surgido el secuestro, el robo, el tráfico de indocumentados y la extorsión como derivaciones delictivas.

La amenaza es persistente. Hace algunos años los directivos de una importante empresa maquiladora de productos relacionados con las telecomunicaciones prefirieron no denunciar ni ante autoridades y menos públicamente que una madrugada, un comando fuertemente armado se metió a las instalaciones de la planta para buscar un trailer que se les había perdido y en el que, por supuesto, se transportaba droga.

Denunciar los hechos, comentó uno de los directivos, implicaba poner en riesgo no sólo a los vigilantes, al personal responsable del turno, sino a sus familias. La mejor opción fue el silencio.

Por eso llama la atención la decisión tomada por la Universidad del Valle de México de mejor suspender operaciones.

Las empresas han tenido que buscar mecanismos para hacer frente a esta situación: rotación de directivos, uso de vehículos sin logotipos –sobre todo porque algunos grupos delincuenciales utilizaban a los conductores de camiones de marcada conocidas como camuflaje-, cierres parciales de operaciones, y sobre todo cambios de rutas en sus trayectos.

Frente a este panorama, la pregunta obligada sería: ¿hay complacencia, incapacidad o colusión de autoridades? Simplista seria no aceptar que los mandos policiacos están bajo la disyuntiva del plomo o plata. Pero el costo para la sociedad es alto.

Postscriptum.- No es consuelo, ni motivo para justificar, pero en una reunión a la que asistí en Panamá pareciera que había que contar en qué país se habían presentado los casos más espectaculares de corrupción y enriquecimiento de gobernantes. Gente de Panamá habla de las altas “comisiones” que deben pagar los proveedores para obtener contratos; en Costa Rica de las pugnas políticas en que la bandera es señalar al antecesor por la riqueza indebida que obtuvieron; en España, las trapacerías de Rajoy en la Catalunia, de Jordi Pujol. De México, ni decir, sobre todo de los golpes mediáticos que han llegado de fuera, desde la prensa estadunidense.