Elecciones 2024
Elecciones 2024

(Primer rollo)

Escribo lo que usted tiene en sus manos o en su pantalla con el fin de que nadie me gane la idea que quiero plasmar a la manera de una sinopsis cinematográfica para que conste su paternidad —luego la registraré— ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor.

Hago notar a los lectores que, conforme iré describiendo o acotando las escenas de la supuesta peli, propondré posibles intérpretes de los personajes que vayan surgiendo. Para empezar tengo una terna de probables directores: Quentin Tarantino, Luis Estrada o Rafael Villaseñor Kuri.

La acción comienza el día que nacen en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, unas gemelas hijas de un reconocido y archimillonario (tal vez por eso uno de sus nombres es Archivaldo, el otro es Joaquín) capo del narcotráfico. Esta circunstancia es aprovechada por la Interpol, la CIA, el FBI o la DEA para injertarles tanto a la madre como al par de pequeñas un microchip localizador de radiofrecuencia —me gustaría que el encargado de inventarlo e instalarlo fuera Andrés Bustamante en su personaje del doctor Chung-Ga. Ya en la preproducción del filme veríamos, según las facilidades —instalaciones, agentes que sirvan como extras, armamento y/o dinero que nos faciliten para la filmación—, cuál de las cuatro instituciones sugeridas es la encargada de implementar la estrategia para atrapar al delincuente más buscado del planeta.

Dicha estrategia consiste en que tres agentes estadounidenses (of course) se encargarán de seguir a las tres mujeres que más interesan al súper capo. Ellas han sido rastreadas y ubicadas por “los microchips localizadores de radiofrecuencia” del doctor Chung-Ga en México, concretamente en el puerto de Mazatlán. Sugiero para el papel de agentes gringos a los actores Jason Statham y Liam Neeson, para ofrecerle al espectador unas espectaculares madrizas con los mañosos del Cártel de Sinaloa. El trío lo completaría Benicio del Toro —siempre es bueno un agente que hable español. En caso de que no alcance el presupuesto para estos actores se puede contratar a los Bichir. No son buenos para las madrizas, pero hablan inglés regular y se contratan en paquete.

Los agentes gringos cautelosamente pasan varios días donde están la mujer y las hijas del apodado Chapo en espera que éste las visite para atraparlo. (No muchos días, porque no están los tiempos como para estar videograbando a lo pendejo).

Llega al fin el día en que el llamado Señor del Subsuelo visita a sus hijas y a su madre —de las hijas— en un departamento donde los agentes lo atrapan. Por razones legaloides que el argumento pasará por alto, los gringos tienen que entregar al detenido a la Armada y ésta a la Procuraduría General de la República, quien lo remite a la SEIDO y de ahí pasa al Centro Federal de Readaptación Social del Altiplano, donde le cortan el cabello y el bigote por ser una prisión de alta seguridad, pero como no le tocan un pelo a su fortuna, el reo convierte la cárcel, mediante la amenaza del plomo y la recompensa de la plata, en prisión de mediana comodidad. Para interpretar al narco tengo dos candidatos: uno es Damián Alcázar; el otro es Kevin James, protagonista de Héroe del Centro Comercial, siempre y cuando rebaje unos 30 kilos. La razón es que puede verse muy chistoso huyendo por el túnel en un Segway en lugar de una motocicleta.

Ya instalado en la prisión, nuestro protagonista además de comprar simpatías y voluntades es visitado por su ejército de abogados entre los cuales, “por casualidad”, un día se cuela un geólogo, ingeniero especialista en minas, al que el preso más rico del mundo le propone que construya un túnel para huir. El papel del ingeniero le quedaría muy bien al personaje de Eugenio Derbez llamado Armando Hoyos, más que nada por el nombre. Inclusive se me ocurre un chiste al estilo del tipo de los lentes de fondo de botella: “¿Cuándo dicen que usted es el señor Loera, significa que ya no lo es?”

Mientras tanto, en Estados Unidos un magnate con un adefesio capilar y muchos millones de dólares llamado Donald Trump, que pretende ser presidente de aquel país, se dedica a denostar a los inmigrantes mexicanos. “México —dice— está enviando gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores”. El sonido y la imagen del tipo que no se sabe si trae un peluquín o se le trepó una ardilla rubia a la cabeza son captados por el preso a través de la tableta electrónica que las autoridades del penal le permiten tener consigo mediante el pago de una buena cantidad de dólares, que al cambio actual en pesos son todos. Con coraje, escucha al gringo afirmar que si llega a la Casa Blanca construirá “un gran muro en la frontera sur y hará que México lo pague”. Presume que nadie levanta “mejores muros” que los suyos y los construye muy “baratos”. El capo mexicano se encabrona por los alardes de Trump y dice para sí: “Si este pinche gabacho levanta los mejores muros yo hago los mejores túneles; y no me salen baratos, me salen caros, pero efectivos”. La imagen disuelve al grupo denominado Los Mojones de la Frontera, que canta: “Vuela palomita, vuela/ y volando cágate/ en ese güero culero/ límpiate con su tupé”.

Continuará…