Muchos analistas se preguntan hasta dónde llegarán la carrera y ambiciones de Stephen Miller
Lo conocí en 2016, en la Convención Nacional Republicana, en Cleveland, Ohio, la que nominó a Donald Trump como candidato presidencial.
Yo entrevistaba al senador republicano Jeff Sessions, de Alabama, el primer procurador de Justicia de Trump, cuando Stephen Miller, su director de Comunicación desde 2009, quiso impedirlo.
Sin embargo, Sessions, con quien tuve una buena relación de años, durante mi trabajo periodístico en El Capitolio, no lo permitió.
Escribiendo discursos para el senador Sessions, Miller, desarrolló el plan “Populismo Nación-Estado,” en respuesta a la globalización y desplazamiento de inmigrantes, -su obsesión- que dice, “amenazan a la civilización occidental,” aún cuando él nació en 1985 en Santa Mónica, CA, en el seno de una familia de judíos rusos, que llegó a Ellis Island el 7 de enero de 1903.
El plan influyó la campaña presidencial de Trump en 2016 y colocó a Miller como asesor político, marcando el inicio de una vertiginosa carrera, que lo llevó a ser, de simple activista y agitador anti-inmigrante en el Capitolio, al más poderoso político -no electo- en la unión americana, y a sus propuestas políticas, en 2025, en el eje de la agenda económica, política y cultural de Trump.
Miller está detrás de la controversia por todas las declaraciones y acciones de Trump; diseñó la política de “tolerancia cero” a la inmigración indocumentada, para separar familias y encerrar a menores en jaulas, saboteó un plan bipartidista de reforma migratoria en el Senado, propuso recortar recursos federales a ciudades santuario, que protegen a indocumentados, sugirió enviar tropas a la frontera, argumentando una falsa “invasión de migrantes criminales,” especialmente Latinos y musulmanes, que odia desde su juventud.
En 2016, Trump lo designó jefe de Política Económica de su campaña, quien invitó a Peter Navarro, en noviembre de 2016, fue director de Política Nacional del equipo de Transición de Trump y en diciembre, ascendió a asesor principal de Política.
Josh Rogin afirma en su libro Caos Bajo el Cielo, que Miller y otros funcionarios promotores del “nacionalismo económico,” quería que Trump “acelerara la caída del Partido Comunista Chino,” para forzar el retorno de fábricas a Estados Unidos y proteger industrias locales, a costa del libre comercio.
Con acceso a información altamente clasificada desde 2016, Miller habría sido notificado de contacto y acceso a información sobre el ofrecimiento de apoyo de Vladimir Putin, a la Campaña de Trump, por su subordinado George Papadópulos, quien se declaró culpable de mentir al FBI sobre sus reuniones.
Está detrás del despido de Kirstjen Nielsen, exsecretaria de Seguridad Interna y otros altos funcionarios en 2019, que se opusieron a redadas masivas de familias migrantes en 10 grandes ciudades, proyecto que pospuso para el segundo término de Trump, en el que gestionó ante el Congreso, miles de millones de dólares para desplazar tropas y construir campos masivos de detención de migrantes.
Asesorado por destacados abogados constitucionalistas, sugirió la Orden Ejecutiva 13769, para restringir visas y la entrada de ciudadanos de 7 países musulmanes, suspender el Programa de Admisión de Refugiados; despedir a James Comey, director del FBI y prohibir la difusión de reportes sobre los beneficios económicos de la inmigración.
Descrito por el exspeaker Kevin McCarthy como el “cerebro” de Trump, Miller fue el asesor más influyente el primer término del actual presidente y tras su trabajo de 2020 a 2025, planeando el envío de “electores alternos” en 7 estados clave, infundiéndole ánimo, a Trump, dándole ideas, haciendo campaña contra un falso “fraude electoral,” que Trump “denunció,” en el discurso del 6 de enero de 2021.
También, reclutando a nacionalistas blancos, diseminando teorías de conspiración, reagrupando a Republicanos y diseñando una nueva agenda, ganó la ciega confianza del actual presidente, su poder ahora es prácticamente ilimitado.
Su influencia en la transición presidencial fue determinante, como la revisión de órdenes ejecutivas de Trump, contra la ciudadanía automática, deportaciones masivas, eliminación de DACA, declarar a los carteles como organizaciones terroristas, reducción de asilo político, revocación de visas y hasta residencia permanente, con el objetivo futuro de revocar también la naturalización, acciones que han encontrado férrea resistencia de cortes federales.
Atacando a magistrados federales que defienden el respeto a la ley, Miller inició un juicio, tratando de someter al Poder Judicial, como hizo con el Congreso, “demostrando” que “el sistema de Cortes Federales de Justicia, es parte del poder ejecutivo.”
En una demanda judicial, su organización “America First Legal,” manipula el estatus legal de la Conferencia Judicial, establecida por el Congreso, para crear el marco político y promover la confianza e integridad e imparcialidad del sistema de Cortes Federales, que preside John Roberts, jefe de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y la Oficina Administrativa que maneja el presupuesto e información de las cortes y cobre aspectos logísticos.
Dice buscar “preservar la separación de poderes manteniendo a las cortes fuera de la política,” alegando que los dictámenes de las cortes, en defensa de derechos consagrados en la Constitución, “son intentos políticos de magistrados, para frenar la agenda presidencial.”
Como subjefe de Gabinete en el segundo término de Trump, con incomparable fuerza política, Miller intensificó políticas migratorias de línea dura; supervisa la política doméstica y seguridad interna, ejerce influencia en todas las dependencias, lo que aumentará, si es nombrado, como espera, asesor nacional de Seguridad de la Casa Blanca.
Con todos los medios a su alcance y lecciones aprendidas en el primer término, Miller goza ahora de total confianza y credibilidad del presidente, menos rivales y toda una maquinaria, que le informa y reporta cuanto ocurre.
Usa todos los medios para impedir la obstrucción de la agenda de Trump, que él elabora y anuncia, en discursos que escribe para el presidente.
Hablando y negociando a nombre del mandatario, mejoró su imagen y relación con congresistas y senadores, líderes de la extrema derecha y creó una red de contribuyentes a un fondo no lucrativo, que usa para promover diversos temas, con apoyo de Elon Musk..
Eso lo consolidó como el enlace y estratega más importante con el Congreso, donde antes algunos se burlaron de él, por su apariencia ideas y angostas corbatas; ahora es respetado y hasta temido.
Ahora muchos analistas se preguntan hasta dónde llegarán la carrera y ambiciones de Stephen Miller …!