Elecciones 2024
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Si yo fuera ciudadano nuevoleonés hubiera votado para gobernador por el candidato independiente, Jaime Rodríguez Calderón, alias El Bronco; no obstante que durante su campaña más de una vez me recordó a Vicente Fox, candidato a la Presidencia por el cual no voté porque desde la primera vez que lo vi en la televisión, en el antiguo Canal 40 —¿y yo por qué?—, en una confrontación, que condujo Virgilio Caballero, entre él y el entonces gobernador de Puebla, Manuel Bartlett, el poblano le pegó un baño al guanajuatense que mostró no sólo sus limitaciones y falta de conocimientos políticos sino que percibí en algunas de sus reacciones y en la forma de anular los argumentos del contrario, incluso en la mirada, un preocupante desequilibrio mental.

No me pasó lo mismo con el apodado Bronco quien, reitero, me hizo recordar a Fox en la forma de ser y vestir, en su lenguaje franco y directo y en su origen ranchero. Sólo que Javier Rodríguez Calderón trae mayor recorrido en la política: secretario general de la Confederación Nacional Campesina (CNC) del estado de Nuevo León; diputado local, diputado federal y alcalde de García, Nuevo León. Fox, después de ser diputado federal —cuando se puso unas orejas de burro (¿premonitorias?) hechas con boletas electorales, fue gobernador de Guanajuato, pero como él mismo lo dijo, dejó el changarro encargado para comenzar la tarea de proyectarse nacionalmente, como quien no quiere la cosa, les fue comiendo el mandado a los panistas más conspicuos que cuando se dieron cuenta ya el grandote de Guanajuato se había puesto las botas de la candidatura.

Pero dejemos a Fox disfrutando de su Centro de Estudios salido de lo que ahorró como presidente y de lo que gana como ex presidente para concentrar este escrito en la figura de Fernando Rodríguez Calderón. Una de las características que hay que destacar del político nacido en Galeana, Nuevo León, es que gran parte de su campaña la realizó a través de las redes sociales. Para lo cual contó con Guillermo Rentería, un profesional que maneja el marketing político de manera magistral, porque busca que su candidato haga empatía con el electorado de manera emocional y el mercado mexicano sea para vender un chicle, un auto, un jabón o un candidato a un cargo público es un mercado emocional. El Bronco sólo gasto 38 centavos en cada voto obtenido, mientras que el PRI gastó —oficialmente— 23 pesos con 21 centavos.

El Bronco no dejó de ser bronco ni siquiera en su toma de posesión a la que asistió Miguel Ángel Osorio Chong en representación del presidente Peña Nieto y en la que tuvo que estar presente, voluntariamente a huevo, Rodrigo Medina, el mandatario saliente, quien tuvo que soportar todas las indirectas y directas del Ejecutivo entrante. Medina pasó, tal vez el trago más amargó de su sexenio durante los 35 minutos que duró el discurso de Jaime Rodríguez, que lanzó varias advertencias como la siguiente: “Desde ahora mismo instruyo a mi equipo a realizar una auditoría exhaustiva en todas las dependencias, que se revise cada papel y cada cajón. Vamos a investigar sin afán de venganza pero con sed de justicia”.

Tengo aquí un par de enunciados que me impactaron y que si El Bronco no cumple será, para mí, el último de los mohicanos. Jamás volveré a creer en político alguno. Vean qué joyas retóricas se aventó delante de las visitas entre quienes se encontraban los ex gobernadores Sócrates Rizzo, Benjamín Clariond y Natividad González Parás:

“Vamos a poner el gobierno donde siempre debió estar: a su servicio y beneficio. Hay que mandar a volar la idea de que los políticos están por encima de la gente. Hay que bajarnos los humos.

“Hemos encontrado la casa sucia, las columnas derruidas, fugas por muchas partes, el techo cayéndose y, para acabarla de fregar, hipotecada. Pero no es el tiempo el que castigó nuestra casa, sino la corrupción sin llenadera y el delirio de muchos de quienes se creyeron reyes y no gobernantes. Que donde había ciudadanos veían súbditos, que donde había dinero público veían botín.

Hoy les digo claro y fuerte: se les acabó la fiesta a los bandidos”.

Por supuesto que hablar es fácil, pero hacerlo así delante de algunos de los directamente implicados en la devastación de la casa no lo hace cualquiera. Llega Jaime Rodríguez Calderón a la gubernatura del estado más importante del país sin, aparentemente, atadura alguna, puesto que fue candidato independiente. Eso le da fuerza y credibilidad.

Serán los partidos los que van a poner piedras en el camino para que haya menos candidaturas independientes. Ya Manlio Fabio dijo que es poco menos que imposible llegar a un cargo de elección sin el apoyo de un partido. Tal vez tenga razón, los ciudadanos no queremos acabar con los partidos políticos, queremos acabar con las partidas de dinero público que se les da para que nos partan la madre.

En Rodríguez Calderón, los ciudadanos mexicanos tenemos una esperanza para empezar a enderezar la nave. Él pide seis meses para estructurar su plan de gobierno. Los neoleoneses se los conceden. Los ciudadanos del resto de la República estaremos expectantes. En ese lapso veremos si comienza a hacer justicia o acepta, como les pasó a otros, una invitación para asistir a la fiesta de los bandidos.