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Si a la pifia de Culiacán no le encontraron rápidamente la trascendencia que tiene para lo que resta de este gobierno, es indispensable que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tenga mucha claridad en los alcances de la tragedia sucedida a la familia LeBaron en los límites de Sonora y Chihuahua.

Urge, de verdad, que la 4T tome este atentado en contra de inocentes, mormones y estadounidenses, donde murieron nueve, como un asunto muy serio y que cambia las reglas del juego en la relación con Estados Unidos.

México sí está en una guerra contra la delincuencia organizada. Y no importa tanto si esto corre en contra de la visión propagandística del presidente López Obrador, que gusta de repetir frases como abrazos, no balazos. Importa que, para el presidente de Estados Unidos, para el Partido Republicano, para la clase política de ese país y para la sociedad estadounidense, esto es una guerra en un estado que falla en sus estrategias y que hoy ha dejado estos nueve inocentes estadounidenses muertos.

El discurso soberanista, ése que ha alejado a México de decisiones globales importantes, no será tan fácil de aplicar en este caso. Porque estos muertos son una verdadera tragedia y son cercanos al poder estadounidense.

Y más vale que tampoco olvide el gobierno mexicano que apenas en agosto pasado elevó su voz indignada, a través del canciller Marcelo Ebrard, cuando un desquiciado entró con armas largas a un Walmart en el Paso, Texas, y mató a ocho ciudadanos mexicanos.

El gobierno mexicano exigió que se tratara al tirador como terrorista, que la Fiscalía General de la República participara en las investigaciones en Estados Unidos y que se iniciaría una acción legal en México en contra del asesino.

Acto seguido, México exigió al gobierno de Donald Trump que limitara la venta de armamento a sus ciudadanos. La indignación por esta masacre daba para eso y mucho más.

Bien, pues la muerte de estas mujeres y niños, todos cercanos al senador republicano Mitt Romney, han desatado una reacción muy fuerte en Estados Unidos. Es noticia principal en Fox News, pero también en CNN. Es un caso que involucró a ciudadanos estadounidenses a unos pasos de la frontera.

Vamos a desmantelar a los cárteles mexicanos, dijo pocas horas después el vicepresidente estadounidense, Mike Pence. Después de que el propio Donald Trump hablara de atender una solicitud de México para eliminar a estos monstruos.

Este es el momento para que México, escribió Trump en Twitter, con ayuda de Estados Unidos, gane esta GUERRA (así, con mayúsculas) en contra de los cárteles de la droga.

Entonces, es urgente que el gobierno mexicano entienda que ésa es una decisión, no una petición, del gobierno de Donald Trump, tanto como lo fue obligar a México a cuidar su frontera de migración ilegal.

Conocemos los métodos coercitivos de Donald Trump para conseguir lo que quiere. Sus amenazas suelen ser económicas, básicamente comerciales, y no hay duda que en esta tragedia las va a volver a lanzar si el gobierno mexicano no acepta la estrategia de Washington.

La 4T ha fracasado en su combate contra el crimen, casi 40,000 muertos este año en hechos violentos dan cuenta de ello. Pero estos nueve inocentes asesinados vilmente, seis de ellos niños, mormones, estadounidenses, no permitirán ninguna cortina de humo.

Habrá repercusiones, seguro económicas, si el gobierno mexicano no entiende que Estados Unidos no aceptará un no por respuesta ante su oferta de participar en esta tan negada guerra contra el narcotráfico. La relación bilateral ya cambió.