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Donald Trump se sentó en el escritorio del Salón Oval y anunció la conclusión del acuerdo bilateral México-Estados Unidos. Tomó el teléfono, se enlazó con el presidente Enrique Peña Nieto y empezó un diplomático jaloneo entre su conocido plan de tener acuerdos separados y una defensa del presidente mexicano de mantener un pacto entre tres.

Estamos, por ahora, ante una victoria pírrica. Un aparente triunfo de la negociación que efectivamente deja un entendimiento entre las delegaciones de México y Estados Unidos, pero que margina a Canadá.

El resto de la semana será intensa para saber si realmente se puede llevar a buen puerto la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o si bien, como de hecho lo dijo Donald Trump, lo que tenemos por ahora es un acuerdo bilateral ante la inminencia de sus planes de dar por terminado el TLCAN.

Está bien conocer el adelanto de algunas intimidades del acuerdo, como la ampliación de la cláusula de extinción de cinco a 16 años, el pacto automotriz o la eliminación de los pretendidos aranceles agropecuarios, pero todo eso por ahora está bordado en el aire.

Y a pesar de que Donald Trump se sale con la suya hasta ahora, lo cierto es que para México es una gran noticia por partida doble.

Por un lado, se logró terminar con la amenaza de Donald Trump de inicios de su mandato de terminar con cualquier acuerdo comercial. Eso que llevó el tipo de cambio en su momento a los 23 pesos.

Y, por otra parte, se consolida una de las transiciones sexenales más tersas y de mayor colaboración en la historia reciente.

A nadie le gusta, de verdad, que no esté Canadá hasta este punto en el pacto, pero México tiene garantizado un acuerdo bilateral que da certeza a los inversionistas.

Pero, el hecho de ver trabajando juntos y con resultados a los funcionarios de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador era algo impensable hasta hace poco tiempo.

Las transiciones incluso entre priistas y panistas habían sido complejas, en buena medida por la rijosidad de los que ahora van a gobernar, pero un escenario donde el gobierno saliente y el gobierno entrante pudieran plantar cara ante los negociadores estadounidenses con una postura común es algo que no esperaban en Washington.

Es un hecho que la delegación estadounidense esperaba sacar alguna ventaja de lo que creían era una inevitable división entre el presidente saliente y el presidente entrante y no sucedió.

Es indispensable que Canadá se sume al acuerdo, porque ese es el mejor escenario para la región. Pero incluso en este marco de un acuerdo bilateral la noticia es muy positiva.

Porque al final lo que se lee en los mercados es que realmente lo que se anunció fue un acuerdo trilateral entre los gobiernos de Enrique Peña Nieto, Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador.

Y este acuerdo tiene un enorme peso para conservar la estabilidad en este país.