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La banca no puede perder tiempo congratulándose.

El pasado viernes concluyó la más reciente edición de la Convención Bancaria en un entorno de incertidumbre global pero de renovado impulso en el ámbito del sector financiero a nivel doméstico. Las cifras más recientes publicadas por el Banco de México confirman que el 2015 fue un año con una dinámica positiva para el sector bancario, tanto en el otorgamiento de crédito como en la captación de recursos del público.

Durante los primeros 11 meses del 2015, el crédito vigente otorgado por la banca comercial al sector privado tuvo un crecimiento anual real promedio de 8%, prácticamente el doble del crecimiento registrado para el mismo periodo en el 2014 y equivalente a más del triple de la tasa de crecimiento real de la economía en general durante el mismo periodo. Estas cifras de crecimiento revelan además una fuerte aceleración durante la segunda mitad del año donde el crecimiento promedio en términos reales se ubica prácticamente en 10 por ciento.

El crecimiento estuvo principalmente impulsado por el crédito a empresas seguido del segmento de crédito a la vivienda y el crédito al consumo. El incremento en estos dos últimos segmentos coincide con el robusto crecimiento que hemos visto en el consumo privado y el empleo formal. No obstante, las cifras de crecimiento en el segmento de empresas están parcialmente distorsionadas por el impacto de la depreciación del peso frente al dólar en los saldos de cartera de crédito denominados en dólares.

De acuerdo con datos de BBVA Bancomer, si la cotización del peso frente al dólar se hubiera mantenido estable para el periodo en cuestión, el crédito al segmento de empresas habría crecido a una tasa promedio de 5.6% entre enero y noviembre en lugar de 10.1%, mientras que el crédito bancario al sector privado habría crecido 5.8% en lugar de 8 por ciento.

A pesar de ser menores, estas cifras ajustadas son saludables dado el contexto de bajo crecimiento que atraviesa la economía global en general, pero claramente insuficientes.

El crédito bancario al sector privado en México, medido como porcentaje del PIB, se ubica cerca de 18%, cifra que se encuentra aún muy por debajo de 38% registrado en 1994 y la de otros mercados emergentes como Brasil y Colombia que ronda 35%, y ni hablar de Chile, donde es superior a 60 por ciento.

Una de las condiciones fundamentales para que la economía mexicana crezca a una tasa más saludable y se vuelva menos vulnerable a los choques externos es que el crédito bancario al sector privado se convierta en un motor de crecimiento más dinámico. A diferencia de otros países emergentes, el sistema financiero mexicano se beneficia de una situación de estabilidad macroeconómica, niveles de capitalización altos, fondeo barato y abundante y un sector privado con poco endeudamiento (simplemente porque muchas empresas y familias no tienen acceso al crédito).

Los bancos han hecho un buen trabajo en el crédito al consumo y el crédito hipotecario, pero ahora el énfasis debe estar en destrabar el crédito a la pequeña y mediana empresa, donde el rezago es mucho mayor.

El déficit de oferta de crédito por parte de los bancos está siendo parcialmente cubierto por el sector financiero no bancario, es decir sofomes y otras sociedades no reguladas que otorgan financiamientos en condiciones que generalmente son poco competitivas para sus acreditados. Las cifras más recientes son buenas, pero la banca no puede perder tiempo congratulándose y debe seguir trabajando para mejorar las condiciones de otorgamiento de crédito en sectores clave para el desarrollo del país.