Las farmacéuticas ganarían más si el ébola no se erradica. El pánico es mucho más negocio que la curación de los pobres. El 30 de septiembre se confirmó el primer caso de ébola en Estados Unidos. Al día siguiente, todos los índices bursátiles de referencia cayeron. El S&P retrocedió 1.32 por ciento, el Dow Jones … Continued
Las farmacéuticas ganarían más si el ébola no se erradica. El pánico es mucho más negocio que la curación de los pobres.
El 30 de septiembre se confirmó el primer caso de ébola en Estados Unidos. Al día siguiente, todos los índices bursátiles de referencia cayeron. El S&P retrocedió 1.32 por ciento, el Dow Jones cayó 1.4% por ciento, el Nasdaq 0.28 por ciento. En México, el IPC registró pérdidas de 1.38 por ciento.
Desde entonces, los mercados no han vuelto a tener una sesión donde el ébola sea tan protagonista. Esto no quiere decir que hayan recuperado la cordura. El pánico a una expansión descontrolada de este virus ha desatado una ola especulativa que merece atención.
Las farmacéuticas que podrían producir masivamente medicamentos para combatir el ébola están registrando alzas en sus cotizaciones. Ahí caben gigantes como GlaxoSmithKline y miniaturas como Temiksa. El boom alcanza también a empresas como Lakeland, que produce ropa de protección como la que visten los enfermeros en Estados Unidos.
El nerviosismo también ha pegado al precio del cacao y ha llevado a alertar sobre la seguridad del abasto de la principal materia para el chocolate. ¿Es tiempo de atesorar mis barras de chocolate?, se preguntaba un conductor de la NPR de Estados Unidos. La razón es que la zona del brote de ébola está cerca de Costa de Marfil, el mayor productor mundial de cacao.
La gran paradoja es que los movimientos bursátiles que provoca el miedo al ébola implican cientos de veces más dinero de lo que llevaría hacer una “ofensiva” sanitaria para acabar con el brote. El costo de “liberar” a Liberia, Sierra León y Guinea del ébola estaría entre 8 mil millones y 12 mil millones de dólares. Esta cifra es equivalente a un diezmilésimo del valor de capitalización de la Bolsa de Valores de Nueva York.
El contraste en estas cifras nos lleva al territorio de Ebolanomics. El término fue utilizado por primera vez por el periodista del New Yorker, James Surowiecki, en un artículo publicado en agosto pasado. Por qué no se ha producido una vacuna para una enfermedad que apareció desde 1976, se pregunta Surowiecki. Por la misma razón que no hay medicamentos eficaces contra la malaria o la tuberculosis, que matan a 2 millones de personas cada año. Por motivos parecidos por las que no hay buenas medicinas contra el Chagas o el dengue.
Las enfermedades que matan a muchas personas en países pobres no son prioridad en la investigación de las farmacéuticas. Ahí no hay posibilidades de obtener grandes utilidades. Los grandes fondos de investigación se dirigen hacia donde están los incentivos: enfermedades que afectan a gente con más recursos o que vive en países desarrollados.
¿Puede un ataque de pánico cambiar esta lógica? Este parece ser el caso. Los casi 4 mil 700 muertos por ébola han logrado atraer la atención mundial, sobre todo desde el momento en que se reportaron casos en Europa y en Estados Unidos, quien encabeza la lista de países que han incrementado su financiamiento al combate del ébola. Entre los billonarios, Paul Allen (fundador de Microsoft) ha anunciado una donación de 100 millones de dólares.
El total anunciado es aproximado a 4 mil millones de dólares. Muy lejos de los 12 mil millones de dólares, pero suficiente para generar expectativas sobre ganadores. Más allá de las farmacéuticas, tenemos a las empresas de comunicaciones, farmacias y hospitales. Lo peculiar es que estos winners ganarían más, si el ébola no se erradica. El pánico es mucho más negocio que la curación de los más pobres.