Participé ayer como conferencista en la sesión plenaria de los diputados del PAN, la primera luego de Puerto Vallarta. Y tuve oportunidad de escucharlos antes, durante y después de la exposición. Un par de horas en total. La plática giró sobre la imagen que queda del PAN tras este largo mes de agosto, al que … Continued
Participé ayer como conferencista en la sesión plenaria de los diputados del PAN, la primera luego de Puerto Vallarta. Y tuve oportunidad de escucharlos antes, durante y después de la exposición. Un par de horas en total.
La plática giró sobre la imagen que queda del PAN tras este largo mes de agosto, al que aún le restan días, pero ya se revisa con sentido historicista. El mes de la consumación de las reformas y los nuevos escándalos.
Percibí una vaga tristeza colectiva en este grupo de 114 diputados. Repito: hablo de lo que pude ver y escuchar en un par de horas.
Les dije que no comprendía por qué el aturdimiento y esa melancolía en pleno verano. Hicieron un muy buen trabajo legislativo. Se desempeñaron como una bancada preparada, concentrada, disciplinada, hábil en el debate y eficaz para conseguir los objetivos que persiguieron en el tramo final de “su” reforma energética. Sin embargo, no traen la mirada erguida del que acaba de ganar. Quizá porque no están convencidos de que el saldo de agosto vendrá en números negros.
Me contaron que antes de la plática, el nuevo coordinador, Chabelo Trejo, pidió un reconocimiento al anterior, Luis Alberto Villarreal, y que prácticamente todos los diputados se levantaron para ovacionarlo generosamente.
La generación de las reformas y los escándalos. Varios de ellos serán candidatos el año próximo. Tienen habilidad, talento político, saben trabajar duro. Les urge un mercadólogo.
Y creo que un psicólogo social que les haga ver lo mucho que hicieron y los saque de esta suerte de depresión.