Elecciones 2024
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El debate entre los senadores previo a la aprobación de la Ley de Ingresos del 2015 fue muy largo, pero totalmente inútil.Al final sólo quedaron discursos y una aprobación mayoritaria del paquete de cómo ingresar dinero únicamente cambiando la estimación del precio del petróleo.

La izquierda y su eterno discurso antirreforma energética, y la derecha con su retahíla de lo peligroso de los desequilibrios macroeconómicos.

La discusión fue durante la madrugada de ayer, así que todo quedó en una mera cabeza informativa que daba cuenta de la aprobación de los ingresos y su pase a la Cámara de los Diputados, nada más.

Son básicamente posicionamientos políticos que dan cuerpo a sus ofertas electorales.No hay manera de concebir a la izquierda mexicana sin esa letanía opositora a la apertura petrolera.Y tampoco hay manera de ver a un panista que no se queje del estilo laxo de conducir las finanzas de los priístas.

Tienen razón los funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto y sus resonancias legislativas en indicar que hoy no implica ningún problema el nivel de endeudamiento cercano a 40 por ciento del Producto Interno Bruto y un déficit fiscal que va rumbo a 4 por ciento.Es una afirmación correcta cuando se toma una fotografía y se analiza.

Pero cuando se atiende a la tendencia del aumento de la deuda y a las realidades de una economía que sigue revisando a la baja sus estimaciones de crecimiento, a una producción de petróleo que se vende más barato, a una garantizada alza en las tasas de interés en Estados Unidos durante el 2015, entonces sí hay que encender focos amarillos.

Nos sobran los ejemplos de qué es lo que pasa cuando una economía incurre en desequilibrios que su propio dinamismo no puede solucionar.Porque no todo el mundo es como Estados Unidos que se da el lujo de corregir sus desequilibrios con la mano derecha, mientras que con la izquierda inyecta miles de millones de dólares desde su banco central.El resultado es una economía creciente y con el problema fiscal prácticamente controlado.

España, Grecia o Argentina no creyeron hace poco que sus deudas excesivas y sus desequilibrios entre ingreso y gasto pudieran provocar problemas económicos futuros.Siempre sus argumentos fueron que lo hacían por el bien del pueblo a través del a aplicación de programas contra cíclicos.Así los tiene usted en estos días.

Un pensamiento muy similar tuvo otro país durante las décadas de los 70, 80 y 90. Juraban desde el gobierno que no había posibilidad de una crisis.Ese país es México.

Es verdad que hay un uso excesivo desde posiciones partidistas.Es cierto que la economía mexicana está muy a tiempo de emprender ya un programa de corrección de sus desequilibrios.Pero también es un hecho que ese petate del muerto sí existe, sí hay antecedentes lo suficientemente fuertes como para advertir las consecuencias de la irresponsabilidad fiscal.

Estamos muy cerca de un aumento en las tasas de interés en Estados Unidos que habrán de encarecer el mantenimiento de la deuda, si es externa hay que sumar el factor cambiario.Y de paso hay que considerar que el petróleo mexicano baja en cantidad y en precio, al tiempo que se prefirió no llevar a cabo una reforma fiscal que lo compensara.

Sólo se requiere prudencia, nada más.