Elecciones 2024
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Los escraches —ya sean pintas en monumentos, escaramuzas con la policía o ataques a la prensa— anula cualquier vía concertadora y a menudo suscita contrariedades. Pero en el caso particular de las movilizaciones de mujeres contra la violencia de género, la postura oficialista abona al radicalismo.

Justo el día de la amistad, las activistas contra los feminicidios encararon a los medios tradicionales, cuyos directivos y editores respondieron de formas disímbolamente desconcertantes. Unos, instalados en la tiranía de la amabilidad, siguen sin entender que usar una cromática rosácea también puede resultar vejatorio. Otros, en un inusual mea culpa, hicieron una apática —¿acaso forzada?— defensa del periodismo de nota roja. (Dos diarios de la OEM, el Sol de Cuernavaca y El Sol de Cuautla, recientemente anunciaron públicamente su decisión de abstenerse de reportar sobre hechos violentos y en lugar de eso, optar por un periodismo de paz y soluciones para orientar a sus lectores sobre formas de vida más seguras).

¿Y el “Fue culpa de Cupido” quedará impune? #IngridEscamilla e #IngridFotos fueron dos de las etiquetas que concentraron los comentarios de los cibernautas contra los medios y alimentaron las manifestaciones.

Esas movilizaciones también buscaron impactar las conferencias matutinas de Palacio Nacional, donde tres días antes, el Ejecutivo federal priorizó la rifa del avión presidencial por sobre los cuestionamientos sobre el tema.

“Hay que cultivar la amistad, nada de pleitos ni enemistades y confrontaciones. Abrazos, no balazos”, exhortaba López Obrador el pasado viernes 14, flanqueado por el general secretario, en el Salón Tesorería, mientras que sobre la Puerta Mariana caía una cascada de globos de pintura. Más tarde, la jefa del Gobierno de la CDMX evitaría abordar el tema, cuestionada por reporteros que cubrían un evento de negocios, por “respeto a su fuente”.

Las mañaneras se han convertido en un peculiar espacio donde cotidianamente conviven reporteros y agitadores; al que también concurren “golpeadores enviados por el lobby cubano de Miami, señoras que acuden a cosechar reflectores y ridículos… y activistas sociales que se presentan allí como parte de su lucha como una causa. Este último es el caso de @Fridaguerrera”, distinguió Pedro Miguel, colaborador del diario La Jornada y militante de Morena.

“Nos conocemos desde hace muchos años”, saludó la activista tras tomar el micrófono e iniciar un diálogo con el Ejecutivo federal. Efectivamente, Verónica/Fridaguerrera acompañó al político izquierdista durante casi una década, en su brega por la Presidencia. Ella era una de las voces de Radio AMLO…

Anteriormente involucrada con el movimiento popular de Oaxaca, la activista ha dedicado los últimos cuatro años a otra lucha fundamental en la transformación de México: castigar a los responsables de la violencia contra las mujeres.

Desde mediados del año pasado, un sector del gobierno federal está convencido que detrás de las movilizaciones del #MeToo hay agentes extranjeros. A finales del pasado noviembre, las señales de alerta se encendieron, cuando colectivos de mujeres tomaron las principales plazas públicas —entre ellas, el zócalo capitalino— para ejecutar el perfomance de “Un violador en tu camino”, convertido en un himno feminista en todo el mundo.

En la FIL de Guadalajara, recabaron información sobre operaciones de anarquistas del Cono Sur (Chile y Uruguay) en distintos puntos del país y otros grupos externos, interesados en desestabilizar, entre los que ubicaron a colectivos de mujeres que buscan reivindicación a sus peticiones, y otras organizaciones más radicales y violentas. Desde entonces —insisten— las movilizaciones en distintas instituciones de educación superior han dejado ver la presencia de esos grupos externos e incluso extranjeros que tratan de quebrar al status quo, agazapadas en la bandera feminista.