Pero, ¿qué va a pasar si los resultados que vienen en las mediciones quincenales del Índice Nacional de Precios al Consumidor no bajan como parece que lo ordenó el presidente?
No es información, es propaganda decir que vamos a dejar en ridículo a Estados Unidos solo porque algún “genio” comparó la expectativa de expansión del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense este año de 0.2% con el pronóstico de 1% para México y supusieron que eso era un crecimiento económico cinco veces mayor al de Estados Unidos.
También sirve para halagar al Presidente tomar los datos del Inegi de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de diciembre pasado y anunciar la tasa de desempleo más baja en 17 años.
Pero si el mensaje va dirigido a un público especializado es mejor analizar con seriedad la peor pérdida de plazas laborales durante el último mes del año en siete años, entender que la tasa de desempleo no siempre refleja la realidad de todas las personas sin trabajo y que, en México, más que el desempleo, hay que atender la subocupación para tener una buena radiografía laboral. Aunque estos datos no gusten en las mañaneras.
Tampoco se vale aislar la pérdida de 912,000 plazas laborales en diciembre pasado y pretender presentar eso como una crisis del empleo, porque no lo es.
Un punto de partida para entender en este momento cualquier comparación anualizada de los diferentes indicadores económicos es que el 2021 todavía estaba influido negativamente por la pandemia de Covid-19 y eso implica tener una base distorsionada.
Lo importante, al final de cuentas, es que la información como materia prima sea confiable, independientemente del manejo que cada medio de comunicación, analista o personaje político le quiera dar. Es responsabilidad propia elegir las mejores fuentes para estar enterado.
Por eso, sonó un poco extraño algo que dijo López Obrador el viernes por la mañana, porque pareció dar una instrucción. Dijo que en los próximos datos que va a dar a conocer el Inegi sobre la inflación ya se va a notar una baja en los precios.
No se ha distinguido el Presidente por su asertividad en los pronósticos económicos, tanto que mejor se ha instalado en su propio mundo de los otros datos, así que no suena a un análisis informado adelantar que el Inegi va a dar a conocer una menor inflación.
Una cosa es que un medio de comunicación renuncie a su especialización para halagar a la casa presidencial y otra es que la máxima autoridad estadística del país pudiera hacer lo mismo. Imposible pensarlo del Inegi.
Pero, ¿qué va a pasar si los resultados que vienen en las mediciones quincenales del Índice Nacional de Precios al Consumidor no bajan como parece que lo ordenó el presidente?
Puede enojarse e incluir al instituto nacional de las estadísticas en la lista de los conspiradores neoliberales o bien puede empezar a tomar otras medidas contrarias al mercado para tratar de contener, sobre todo, el incremento de los precios de los alimentos.
El desempleo y la inflación son dos de los peores enemigos económicos de cualquier causa política. Porque a pesar de que se pueda suavizar la presentación de los datos, siempre se habrán de notar en el seno del hogar. Así que, si no mejoran estos indicadores, seguro que serán tema de preocupación electoral para el régimen en los meses por venir.
Un punto de partida para entender cualquier comparación anualizada de los diferentes indicadores económicos es que el 2021 todavía estaba influido por la pandemia.