Minuto a Minuto

Entretenimiento El acuerdo Netflix-Warner Bros perfila un coloso del ‘streaming’, pero afronta obstáculos
El acuerdo, que incluye HBO y HBO Max, enfrenta trabas regulatorias y buscan concretar la adquisición en el tercer trimestre de 2026
Internacional Elon Musk amenaza con una “respuesta” contra la Unión Europea por multa a X
Elon Musk criticó a la Unión Europea tras la multa de 120 millones de euros contra X y pidió la “abolición” del bloque en sus publicaciones recientes
Nacional La “Marcha del Tigre” llega al Zócalo
La “Marcha del Tigre” avanzó hacia el Zócalo de la Ciudad de México, donde Claudia Sheinbaum encabezará el acto en punto de las 11:00 horas
Internacional Milei confirma asistencia al Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado
Javier Milei asistirá el 10 de diciembre en Oslo a la ceremonia del Nobel de la Paz 2025, que será entregado a María Corina Machado
Internacional Zelenski tiene previsto viajar el lunes a Londres para mantener contactos de paz
Zelenski confirmó que viajará a Londres el lunes, en medio de versiones sobre una posible cumbre con líderes europeos para avanzar hacia el fin de la guerra

Luego del triunfo de Joseph Biden en Estados Unidos, quiero volver en este espacio, ahora con alguna certeza, a lo que escribí hace tres semanas con difusa esperanza (“La sombra de Trump”, 14/11/2020). El triunfo de Biden puede tener un efecto de recuperación del crédito mundial de la democracia. Ha traído, por lo pronto, una sensación global de alivio, manifiesto en la adhesión al triunfo de Biden de los gobiernos del mundo.

La victoria de Trump de 2016 fue el clímax de un horizonte de crisis de las democracias. La derrota de Trump quizá termina ese ciclo de descontento y abre otro de deslegitimación del “autoritarismo con votantes”: el autoritarismo de las “democracias iliberales”.

El descontento democrático del presente siglo cobró su cuota igual en las democracias viejas y probadas, como Estados Unidos y Gran Bretaña, en las muy igualitarias de Europa Occidental, en las recuperadas por América Latina durante los años ochentas del siglo pasado y en las surgidas del antiguo bloque socialista después de 1989.

La crisis de 2008 fue un golpe devastador para los países democráticos, pues los mostró incapaces de sostener el bienestar económico de sus ciudadanos y de contener a los poderes fácticos financieros de cada país y del mundo. Aquel ciclo de descontento tuvo su clímax en las elecciones estadunidenses de 2016, que llevaron al poder, en la democracia más vieja y probada del mundo, a un candidato que encarnaba la anomalía democrática misma: Donald Trump.

El triunfo de Trump le dio la razón a quienes percibían, con alarma y lucidez, la capacidad de autodestruirse de las democracias. Hizo reír también a sus adversarios dictatoriales. Putin pudo decir lo mismo que Jinping: ¿Esa es la democracia que celebran, la que es capaz de elegir a Trump?

El triunfo de Trump creó también un paraguas de legitimidad para otros líderes autoritarios del mundo, electos, como él, democráticamente. Estos líderes autoritarios, hijos del desencanto democrático, quedaron bajo la sombra de Trump. Su “autoritarismo con votantes” podía alegar que tenía carta de ciudadanía en la mayor democracia del mundo. El triunfo de Biden pone fin a la legitimidad de gobernantes parecidos a Trump. Nos recuerda que las democracias pueden equivocarse, pero también pueden corregir.